El escritor que llegó al corazón de las tinieblas

Joseph Conrad nació en Polonia, pero se valió del inglés para escribir obras maestras como Lord Jim o La soga al cuello. Es autor de uno de los libros más codiciados por el cine.

Su obra maestra la publicó un año antes de que comenzara el siglo veinte: El corazón de las tinieblas. Se conoció en forma de folletín en la Blackwood’s Magazine, una publicación en la que Joseph Conrad publicaba habitulamente. Posteriormente, el texto –de poco más de cien páginas– fue editado como nouvelle y marcó un mojón en la historia de la literatura contemporánea. Estaba basado en hechos reales de la vida del escritor, ocurridos durante los años traumáticos en que vivió en África. La obra tuvo poderosas ondas expansivas, deslumbró de tal manera a Francis Ford Coppola que fue basándose en ella que hizo su película Apocalipsis now.

El corazón en las tinieblas transcurre en un clima pesadillesco; tiene como inspiración las andanzas de aventureros del África profunda que Joseph Conrad conoció por 1890. Fundamentalmente, un militar temible del Congo, Léon Rom, y el coleccionista de cabezas Guillaume van Kerckhoven. Kurtz se llama el personaje creado por Conrad, que todos recordamos con sus palabras finales dichas en la película de Coppola: “El horror. El horror”. Es el hombre formado dentro de un sistema al que termina repudiando, que se pierde en los oscuros hilos de una trama que lo conduce a la locura.

Como Marlow, el personaje de su libro, Conrad había sido enviado a África por una compañía comercial en la que trabajaba y remontó el Congo –“un río con aliento de hipopótamo podrido”– como quien remonta el tiempo hacia los orígenes del mundo. Marlow presencia atrocidades, se extraña de que las autoridades occidentales parecen carecer de entrañas y estén interesadas solo en el marfil que puedan traficar. Por esos días, Conrad sintió hablar de un barco perdido en el que se había perdido una persona notable, un tal Kurtz. Una especie de mesías que había creado su propia religión. En la novela, Marlow encuentra a Kurtz enfermo en el barco varado. Lo ve como si fuera la encarnación perfecta de la locura de hombre blanco devorado por la inmensidad del continente africano.

Marlow acompaña a Kurtz en su lecho de muerte y lo escucha decir que estaba “en el umbral de grandes cosas”. La obra denuncia con sutileza y penetración los estragos causados en África por el colonialismo belga, los horrores cometidos por la “civilización” que Leopoldo II creía personificar. Dijo Conrad: “Fue en 1868 cuando, más o menos a los nueve años de edad, yo estudié un mapa de Africa y puse mi dedo sobre ese espacio vacío que representaba el misterio irresuelto de ese continente. Entonces me dije con una seguridad absoluta y una asombrosa audacia que mi carácter ya no posee: Cuando crezca iré allí. Y por supuesto que no volví a pensar en ello hasta algo así como un cuarto de siglo después cuando se me presentó la oportunidad de ir allí; como si el pecado de mi audacia infantil volviera a visitar mi mente madura”. Y allí fue, a la región de Stanley Falls que le pareció el más vacío de todos los espacios vacíos sobre la superficie de este planeta.

Coppola no fue el primero en querer llevar esta historia al cine, Orson Welles ya lo había intentado antes de hacer Citizen Kane y después de adaptar el libro para su programa radial del Mercury Theatre. Dijo Welles que el libro es “una verdadera obra maestra sobre el encantamiento sin paliativos. Como si estuviéramos persuadidos de que hay algo después de todo, algo esencial, esperándonos a todos en las zonas más oscuras del mundo, aborigen y repugnante, inconmensurable, completamente indecible”. La idea de Welles era cambiar el río Congo por el Hudson y presentar a Kurtz como un oficial nazi, que estaría interpretado por el propio Orson. Pero requirió 3.000 extras negros y el estudio consideró que el costo se elevaba más de lo previsto.

El siguiente postulante a filmarla fue George Lucas, quien iba a titular la película El soldado psicodélico, pero al enterarse de que Coppola también estaba interesado en filmar la novela de Conrad, le cedió la iniciativa. El rodaje de la película fue tenebroso, de atenernos al testimonio de la esposa del director, Eleanor Coppola, quien dio cuenta de la experiencia en su diario de filmación publicado con el título de Con el corazón en las tinieblas.

La película de Francis Ford Coppola no fue el último intento de abordaje cinematográfico de la novela de Conrad. En 1994, Nicolas Roeg hizo una versión para la cadena de televisión HBO con John Malkovich en el papel de Kurtz y Tim Roth en el de Marlow.

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