El hombre que encontró la clave de la evolución de las especies

Luego de un viaje por la Patagonia argentina, Darwin terminó de dar forma a una de las teorías científicas más revolucionarias.

Decía que los restos de algunas especies extinguidas que había encontrado en la Patagonia, en la segunda expedición del Beagle de 1831 —de la que formó parte— y que estuvo al mando del capitán Robert FitzRoy, habían contribuido a dar mayor solidez a su tesis de que las especies se transforman para lograr una adaptación al ambiente. Sobreviven los que están dotados de más capacidad para conseguir alimento, pareja, huir de los predadores. Esos rasgos naturales se heredan de generación en generación, hasta que finalmente las especies están perfectamente adaptadas al medio ambiente. A ese mecanismo le llamó “selección natural”.

Un concepto de Darwin que la ciencia en pleno ha hecho suyo, es que las especies no son inmutables, “sino que las que pertenecen a lo que se llama el mismo género son descendientes directos de alguna otra especie generalmente extinguida, de la misma manera en que las variedades reconocidas de una especie cualquiera son descendientes de esta especie”. En un comienzo, creía que la vida, con sus variadas posibilidades, había sido alentada originariamente por Dios. Luego se convenció de que la naturaleza a sí misma se basta.

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