cultura

Fanon y lamecha encendida del anticolonialismo

La obra de este pensador y psiquiatra de origen caribeño marcó las discusiones que atravesaron la década del 60 y cuyos ecos no se han apagado.

Frantz Fanon nació en Fort de France, capital de la colonia francesa de Martinica, el 20 de julio de 1925; descendiente de esclavos africanos vendidos en las Antillas. Era orgullosamente negro. El padre, inspector de aduana, logró que cinco de sus ocho hijos cursaran el bachillerato en universidades francesas.

En 1941, con motivo de la guerra, la situación de la Martinica se agravó. Movido por el bloqueo norteamericano, el gobernador francés Robert, con el apoyo de las pocas familias dominantes la isla, instauró una dictadura militar. Fanon comenzó, entonces, a acariciar un proyecto: abandonar la isla y unirse a los aliados. En marzo del 46 culminó el bachillerato y obtuvo una beca para estudiar medicina en Lyon.

En diciembre del 60, durante una estadía en Túnez, los médicos le diagnostican leucemia; el tiempo de vida que le queda es de unos pocos años, o, tal vez, meses. Viajó a Moscú a someterse a un tratamiento; los profesionales soviéticos le diagnosticaron que no podían hacer nada con la enfermedad y le sugirieron trasladarse a los Estados Unidos, donde la investigación en esa especialidad estaba más avanzada. Fanon rechazó la idea de ir a “ese país de linchadores” –como lo llama- y vuelve a Túnez. En abril de 1960 comienza a escribir Los condenados de la tierra, una de las mayores reflexiones contemporáneas sobre el colonialismo, sistema en el que dice, conviven, el racismo, la violencia y el subdesarrollo económico y social, y que, a pedido de Fanon, tiene prólogo de Jean Paul Sartre.

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