Cultura

Guillermo Saccomanno y el cine

Ganador del Premio Nacional de Literatura, el autor de Bajo bandera tiene una relación estrecha con la pantalla grande, marcada con algunos hitos que merecen recordarse.

En el año 1997, Guillermo ­Saccomanno soñó que podía dedicarse enteramente al cine. Era un escritor que siempre había buscado otros canales de expresión paralelos a la literatura: el periodismo, la publicidad, la historieta y, también, el cine. Ese año se estrenó la película Bajo bandera, dirigida por Juan José Jusid, basada en la novela de Saccomanno, quien también se encargó de la adaptación. Federico Luppi, Miguel Ángel Solá y Andrea Tenuta fueron algunos nombres del elenco. El filme ganó el premio Palmarés en el Festival Internacional de Cine de Cartagena, Colombia, y Saccomanno recibió el Cóndor de Plata por su guion.

En el mismo 1997 se estrenó otra película basada en un libreto de Guillermo Saccomanno, 24 horas (algo está por explotar), dirigida por Luis Barone, con las actuaciones de Julieta Ortega, Rubén Rada y Alejandro Awada. Una historia en la que una improvisada banda de empleados planea el asalto de una estación de servicios para la que trabajan.

Si se le pregunta qué puede aportarle un escritor al cine, Guillermo Saccomanno contesta: “Puede aportar otra mirada, ayudar a construir bien una trama, darle solidez. De cualquier manera, me parece indiscutible que para contar una buena historia en cine no hace falta un escritor. Yo, como escritor, sé que el del cine es un lenguaje completamente distinto al de la literatura”. Ni siquiera en 1997 se creyó un guionista en estado puro, sino un escritor que hace guiones de cine.

Muchos de sus relatos surgieron a partir de una imagen, pero escribir para cine es pensar directamente en imágenes. El guionista ofrece el soporte para que un director trabaje, pero no se hace responsable del resultado final. Cuando se le preguntó cuál era la motivación que lo llevaba a aceptar las ofertas para escribir guiones, respondió: “Lo interesante de escribir para el cine es que tu escritura pierde todo narcisismo porque vos sabés que escribís un texto que va a ser destruido. Un guion es un texto en tránsito, un texto que muere. Lo que cuenta es la película”.

Acostumbrado a trabajar en equipo, a Saccomanno no le cuesta comparar al cine con la novela gráfica: “En la historieta, el guionista depende del dibujante. Una vez, durante un reportaje, le dije a ­Oesterheld que muchas secuencias de una historieta que él había escrito me parecían maravillosas. El dibujante era Hugo Pratt. No sabés cuántas otras secuencias maravillosas Pratt no pudo resolver gráficamente, me confesó él. Está claro que el guion de Oesterheld, que podía ser excelente, dependía de un dibujante”.

Sus documentales

Guillermo Saccomanno participó como entrevistado en numerosos documentales. En la película La boya, que cuenta la decisión de aquellos artistas que decidieron radicarse en Villa Gesell para alejarse del ruido y ajetreo porteño, dice: “Creo que la soledad también te enseña, la soledad te impone un aprendizaje. Todos los días salgo a caminar, ya sea por el bosque o por la playa, una o dos horas, y la caminata es mi meditación. A veces te encontrás con un problema narrativo, o algún nudo en la concepción de la trama en la que estás trabajando y de pronto, caminando, le encontrás la vuelta y cuando volvés está solucionado. Esto me lo decía un amigo de acá, que vos tenés un problema y te vas a caminar un rato por la playa y cuando volvés el problema lo solucionaste”.

También participó, junto a Francisco Solano López, Miguel Rep y Mempo Giardinelli, del documental H. G. O., dedicado a Héctor Germán Oesterheld, cuya lectura fue un influjo muy importante para su obra: “Cuando yo era solo un chico, Héctor Germán Oesterheld fue una influencia decisiva, porque a los pibes de mi generación nos moldeó ideológicamente en el modo de encarar la vida, sin maniqueísmos. En sus aventuras no había una división plana entre el bien y el mal, como sí ocurría en las historietas norteamericanas que circulaban en aquel momento”.

Además, apareció en Arlt, película dedicada a ese escritor al que Saccomanno, en Roberto y Eva, historias de un amor argentino, imaginó que se encontraba con Evita cuando esta aún era una joven provinciana llegada a Buenos Aires con el sueño de alcanzar la fama.

Noticias Relacionadas