cultura
Hellen Keller, un milagro de la voluntad
A pesar de las adversidades sufridas, la artista desafió al destino aprendiendo a leer, escribir y hablar.
A los 19 meses una enfermedad -probablemente, meningitis- la hizo perder completamente la vista y oído. En lugar de resignarse a sobrevivir en esos estrechos límites, desafió al destino aprendiendo a leer, escribir y hablar. También estudió griego, latín, alemán, francés e inglés.
Nació el 27 de junio de 1880 en Alabama, en una casita rodeada de madreselvas y rosas amarillas que ella, antes de cumplir dos años, ya no podía reconocer. Su abuela paterna era sobrina de Robert E. Lee, líder del ejército confederado en la Guerra de Secesión y su abuelo materno descendía de John Adams, el segundo presidente de los Estados Unidos.
Había sido un bebé precoz, al cumplir el año ya caminaba, y parecía tener una disposición natural para el aprendizaje, pero un revés furioso de la vida desbarató la paz hogareña. El primer tiempo fue de un lúgubre marasmo, la empresa dolorosa de acomodarse a sobrevivir como se pudiera. Pero Hellen tenía un arma que la volvería invencible: su voluntad.
La vida de Hellen cambió cuando, al cumplir siete años, conoció a su maestra, Anne Mansfield Sullivan. Anne también sabía lo que significa el deterioro físico: desde los cinco años padecía tracoma, una enfermedad que la despojaba progresivamente de su vista. Para ayudar a otros niños ciegos aprendió el alfabeto de los dedos, y así, manualmente, le enseñó a Hellen a descifrar palabras con el tacto y sacarla del mundo de la incomunicación. La primera palabra que descubrió Hellen fue: agua.
Anne le enseñó sesenta signos diferentes para comunicarse con los demás. La ponía en contacto con los objetos y le deletreaba en la mano las palabras. Así fue dotando a su alumna de la capacidad de nombrar el mundo que la rodeaba, a distinguir el sentido de los movimientos de su entorno y decodificar cada una de las vibraciones. Gracias a esa introducción en el mundo del conocimiento, Helen pudo llevar adelante una muy exigente educación formal, graduándose con título de honor de la Radcliffe College en 1904.
En 1961 Helen sufrió el primero de una serie de accidentes cerebros vasculares, que la llevaron a recluirse en su casa en Arcan Ridge. Tres años después fue galardonada con la Medalla Presidencial de la Libertad. Un año más tarde fue elegida como La mujer del “Salón de la Fama” en la Feria Mundial de Nueva York.