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Historias curiosas ocurridas en el mar

Los navegantes tienen el ADN de los aventureros, ya que se enfrentan a los insondables misterios ocultos en las interminables extensiones marinas.

Hablar de la saga Medinaceli es sintetizar la historia española de los últimos ocho siglos. El IV duque de Medinaceli, don Luis Francisco de la Cerda y Aragón fue nombrado a sus 24 años general de las galeras de Napoles, cargo que abandonó por una razón insólita para un marinero: se mareaba. Halló tierra firme en la embajada de Roma, donde sirvió hasta que fue rebautizado virrey de Napoles. Durante sus travesías marítimas un pintor desconocido lo retrató con fondo de mar en el magnífico lienzo que se legó al Museo del Prado.

Uno de los peores castigos que podía recibir una persona era ser condenado a servir en una galera: la vida era un calvario, la muerte un alivio. Aunque también había hombres libres que se embarcaban por necesidad. La disciplina era muy estricta, la comida escasa y mala; los hombres no se lavaban, ya que solo tenían la ropa que llevaban puesta. Cada cierto tiempo, los marineros les arrojaban un balde de agua para que las inmundicias corrieran. La vida a bordo comenzó a cambiar gracias a las observaciones de James Cook, oficial de la marina inglesa, quien comprendió la importancia de la higiene tras comprobar que de cada diez marineros muertos, solo uno había sido en acto de servicio y nueve habían muerto por escorbuto, desnutrición y enfermedades infecciosas.

El primer buque de vapor que atravesó el océano Atlántico fue el Savannah, que partió de Nueva York a Liverpool el 24 de mayo de 1819. En realidad, hizo casi toda la travesía a vela; tardó veintisiete días en llegar a destino. Asimismo, el primer ensayo para la utilización del petróleo como combustible en la navegación a vapor tuvo lugar en el Sena, el 8 de junio de 1868.

En octubre de 1892, la escuadra británica del Canal hacía maniobras en el Cantábrico; poco después fue avistado en El Ferrol- procedente de la Coruña-, el magnífico acorazado Howe, de 11.000 toneladas, 12 cañones y 500 tripulantes. Tanto se acercó a la costa que tocó un bajo de piedra en la boca del río, abriéndose una grieta de agua que amenazaba con hundirlo. La tripulación lo evacuó en perfecto orden; no hubo que lamentar ninguna baja. El almirante inglés protestó ante su gobierno por la falta de señales en aquella costa española, y los diplomáticos españoles se vieron obligados a negociar hasta que los ingleses dejaran de exigir un reembolso por daños y perjuicios.

El navegante solitario no solo es un producto literario. Joshua Slocum fue el primer navegante que dio la vuelta al mundo en solitario en 1895. Con 51 años de edad, tenía tras de sí una larga historia como marino mercante que lo había llevado a recorrer todos los mares, según el azar impuesto por los fletes. Desde los 25 años, momento en el que le fue confiado el mando de una goleta, condujo con seguridad muchos barcos por el mundo. Eran épocas de la navegación mercante a vela, en la que los capitanes se enfrentaban a los vaivenes de los vientos y de los hombres, pues los motines, las cuestiones políticas entre países y las enfermedades representaban problemas habituales.

Entre los navegantes solitarios, habría que considerar como el primero al capitán norteamericano Guillermo Andrews, quien –en un barco de catorce pies de eslora, que no pesaba más de 100 kilos- se propuso trasladarse a España con motivo de las fiestas que homenajeaban el IV centenario de la conquista de América. Andrews salió de Nueva York, hizo escala en Las Antillas y luego se dirigió a Huelva, invirtiendo en su viaje 68 días de navegación (los mismos que empleó Cristobal Colón en ir de Palos a la Isla de San Salvador). En España fue objeto de muchas admiraciones y regresó en un buque otorgado por la Corona.

El N.S. Savannah fue el primer buque mercante del mundo propulsado por energía nuclear. Puesto en servicio en agosto de 1962, este buque híbrido de carga y crucero surcó los océanos del mundo durante ocho años, transportando pasajeros y cargamentos que marcaban tendencias, desde tabaco hasta automóviles, proclamando al mundo la era naciente de los buques superlimpios, hipereficientes y propulsados por energía nuclear.

Pero los argentinos tuvimos nuestro propio navegante solitario: Vito Dumas, que dio la vuelta al mundo por los 40º de latitud sur, siendo su itinerario el siguiente: Buenos Aires-Ciudad del Cabo-Nueva Zelandia-Valparaíso-Buenos Aires. La travesía fue realizada el 27 de junio de 1942.

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