cultura
La reina de los salones parisinos
Julie Lespinasse fue la pareja del creador de la Enciclopedia, una anfitriona de la gran intelectualidad francesa de mediados del siglo dieciocho.
Hija de la condesa de Albon, sufrió muchas humillaciones después de la muerte de su madre. Sin embargo, en el salón de su tía reveló su ingenio y la delicadeza de sus sentimientos; fue cortejada por hombres de la mayor valía, entre ellos, por el filósofo Jean D´Alembert. Julie había recibido una esmerada formación y demostró un considerable talento personal. Ello le permitió convertirse primero en dama de compañía de la marquesa de Deffand para luego convertirse en una verdadera celebridad.
Por su parte, D’Alembert ya era un matemático muy notable, pero en su fama rivalizaban trabajos filosóficos y literarios que le ocuparon cada vez más tiempo. Su vida tuvo un comienzo como sabio dedicado a sus estudios, y luego entró en otra fase bien distinta de intelectual. En 1743 publicó su “Tratado de dinámica”, una obra fundamental en la que formula el conocido Principio de d’Alembert, que presenta las distintas fuerzas que actúan sobre un cuerpo como un sistema en equilibrio. Al hacer esto, venía a reducir la dinámica a consideraciones de estática; y a la vez, tal como él formulaba la cuestión, los conceptos dinámicos fundamentales evitaban la idea de fuerza a distancia. Todo esto tiene que ver con las muchas dudas que hubo a comienzos del siglo XVIII con esa idea newtoniana tan oscura, y las polémicas entre visiones cartesianas, leibnizianas, etc., en el campo de la física. Sea como fuera, el “Tratado de dinámica”, fue la gran obra científica de D’Alembert, la que le dio una gran reputación.
A pesar de haber sido su mentora, la marquesa de Deffand vio que entre sus principales descubrimientos y factores de atracción de su salón nacía algo mucho más fuerte que la amistad entre Julie y D´Alembert. Pronto el salón se convirtió en el de mayor intervención femenina; donde menos se condicionaba o limitaba los temas a debatir y, además, se caracterizaba porque la anfitriona no se dedicaba a administrar hábilmente la sociabilidad, sino que intervenía – de manera apasionada- en el debate dando sus argumentos.
En todo caso, el salón de Lespinasse se ganó un merecido prestigio atrayendo la atención de los extranjeros que visitaban París, los cuales coincidían en destacar la personalidad y enorme talento de Julie. Ciertamente también reinaba en él D´Alembert, que tenía una sorprendente faceta mundana que chocaba con su ascetismo y tendencia a Diógenes, pero que le permitía granjearse poderosos amigos, como el emperador prusiano Federico II.
Sus coetáneos son unánimes en elogiar a Julie Lespinasse, aunque todos resaltan que su inteligencia y buen hacer social iban acompañados de una espontaneidad muy llamativa en aquellos ambientes. Madame de Deffand definió a Julie como un “gato salvaje”, describiéndola de la siguiente manera: “No exige nada a sus amigos; prefiere otorgarles sus atenciones que recibirlas. Toda mortificación, toda sujeción, fueran del tipo que fueran, le eran insoportables”.
D´Alembert y Julie convivieron hasta la muerte de ella en 1776. Él sufrió profundamente su pérdida y no cambió su devoción por ella, ni incluso cuando descubrió sus cartas amorosas con otros hombres (entre ellos el marqués de Mora). De hecho, la pérdida de Julie fue lo que arrancó al rígido D´Alembert sus muestras más sentidas y emotivas de toda su vida.