cultura

Los abuelos que inspiraron a García Márquez

El escritor colombiano reconoció siempre que sus abuelos fueron la fuente fundamental de la que nacieron sus libros.

A su abuela la recordaba como a una viejita menuda y cenicienta, siempre enlutada, que le hablaba de duendes, espantos y brujerías, en una Aracataca de ciénagas rodeadas por un lujo selvático. Pero el abuelo fue la figura más importante de su vida, era un antiguo soldado de las guerras civiles de Colombia que lo hipnotizaba con sus relatos bélicos. Cuando Gabo tenía 8 años el abuelo murió: “Desde entonces no me ha pasado nada interesante”.

Decía que de sus abuelos había heredado su facha de turco: “Hombre, si me pones un fez y me largas a la calle a vender baratijas, nadie se asombra”. Fue cuando leyó a Faulkner que García Márquez entendió que debía escribir esas historias nacidas de los relatos de sus abuelos. Un día de 1965, mientras guiaba su Opel por la carretera de la ciudad de México a Acapulco, se le presentó íntegra, de un golpe, su lejana novela-río, la que estaba escribiendo desde la adolescencia: “La tenía tan madura que hubiera podido dictarle, allí mismo, el primer capítulo, palabra por palabra, a una mecanógrafa”. Era Cien años de soledad.

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