Los Reyes Magos se preparan para llegar a los hogares de la ciudad

Son parte de la tradición navideña, y cada 6 de enero se celebra en diferentes partes del mundo. Melchor, Gaspar y Baltasar, una historia de leyendas que cada año se hace realidad.

¡A dejar en la puerta o en la ventana los zapatitos! Si es posible, también un poco de agua y pasto para los camellos, que seguramente estarán cansados y con mucha hambre tras horas y horas de viaje.

Según se relata en el Evangelio, unos magos llegados de Oriente fueron guiados por una estrella que los condujo hasta Belén, para que adorasen al rey de los judíos que acababa de nacer. “Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra”.

Cabe señalar que el término “mago” no era utilizado para referirse a hechiceros, sino en referencia a los “sabios” o hombre de “ciencia” de la antigüedad que llegaron del Este, de lugares como Arabia, la Mesopotamia o algún lugar más al este de Palestina.

Mucho se ha escrito y dicho sobre el origen de los reyes. El nacimiento del mito que se refiere a solo tres magos se basa en Liber Pontificalis, una recopilación de historias y leyendas relacionadas al cristianismo que data del siglo IX.

La cifra se relaciona al número de regalos que hace mención Mateo en la Biblia: el oro, el metal de los reyes; el incienso, la ofrenda de los dioses; y la mirra, como anuncio de sus futuros padecimientos.

Sin embargo, en el siglo V, el Papa León I el Magno estableció oficialmente el número tres para toda la cristiandad.
A mediados del siglo VI, en la iglesia de San Apolinar Nuovo, en Rávena (Italia) se les asignaron los nombres de “Melchor”, “Gaspar” y “Baltasar”.

Zapatos

Según la leyenda, dos compañeros de juegos del niño Jesús, al verlo descalzo, le ofrecieron sus propios zapatos. Antes de entregárselo los lavaron y los dejaron secar en la noche en una ventana. Al otro día, los chicos descubrieron que esos zapatos, además de limpios, estaban llenos de dulces y juguetes. Los obsequios habrían sido dejados por los propios reyes magos.

Es por eso que con el correr de los años se suele dejar algún calzado junto al pasto y el agua. Además, por el tamaño, lo reyes al momento de dejar los regalos saben cuántas personas hay en la casa y las edades aproximadas. Pasaron muchos a­ños, y sin duda muchos hechos no se han podido acreditar. Pero la historia, junto a la fe y a las diferentes interpretaciones, se hace más presente que nunca. Todos los 6 de enero, los reyes hacen felices a miles y miles de niños en todo el mundo.

Noticias Relacionadas