cultura

Los trucos de Sergio Larraín

Fue una de las mayores figuras de la fotografía latinoamericana.

Las babas del diablo, el célebre cuento de Julio Cortázar, cobró forma a raíz de una anécdota protagonizada por el escritor junto al chileno Sergio Larraín, una de las mayores figuras de la fotografía latinoamericana. Nacido en Santiago, había desoído el mandato familiar, abandonado una carrera universitaria en Estados Unidos y regresó a su tierra exclusivamente a sacar fotos. Una serie suya sobre los chicos de la calle que vivían en las alcantarillas del río Mapocho llegó a manos de Edward Stteichen cuando dirigía el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Steichen compró dos de su bolsillo, las donó al museo y le escribió a Larraín que por favor continuara sacando fotos. Desde entonces, inició una meteórica carrera como fotógrafo que lo llevó, incluso, a hacer un reportaje sobre la mafia siciliana; Larraín consiguió una foto de Giuseppe Russo, il capo di tuti capi, durmiendo la siesta en un jardín, que apareció en todas las revistas del mundo.

Una vez, un sobrino suyo le pidió consejos de fotografía y Larraín se limitó a responderle: “Cuando pases tu mirada por ahí afuera, con el rectángulo en la mano (así llamaba a la cámara), es en el interior de ti mismo donde debes buscar”.

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