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“Mate Cosido”, bandido popular

Un personaje tucumano que llegó a ser legendario por delinquir a favor del pobrerío, considerado por la Policía de la época como el delincuente más buscado del país.

"1897 en Monteros, Tucumán / El día 3 de marzo lo dan por bien nacido / Segundo David Peralta, alias Mate Cosido / También fuera de la ley”, reza la letra de Bandidos Rurales (2001), compuesta por el inmenso León Gieco, en base a un texto del historiador Hugo Chumbita. Se trataba de un muchacho esmirriado, petiso, de pelo castaño y ojos tristes que, sin embargo, no impresionaba de ninguna manera como temible pistolero. Era uno de los seis hijos varones de Patricio Peralta y Rosa Miranda. Lo habían bautizado Segundo David , pero para todo el mundo era “Mate Cosido. El apodo, burlón en su origen, era un juego de palabras que combinaba la infusión de yerba mate y aludía a una cicatriz que le marcaba la frente, un corte de machete que recibió de muy joven y le habían cosido defectuosamente.

Cursó la escuela primaria y era un ávido lector. Desde temprana edad aprendió a través de su padre el oficio de encuadernador en una imprenta de Tucumán. Tenía 21 años cuando lo arrestaron por primera vez y perdió el empleo, en octubre de 1918. Los trabajadores del establecimiento respondían a la Federación Anarquista y dieron testimonio de aquel episodio, implicó su primera participación en una huelga. En esa época, los obreros anarcosindicalistas libraban feroces batallas contra el obierno de turno y fueron diezmados con saña.

No era individualista, sino que cultivaba el grotesco de una rebelión sin camaradas. Por entonces, se enfrentó con un policía que le había disputado los amores de una mujer, valiéndose de su cargo para violarla. Esa disputa le valió que lo acusaran de robo, lo metieran preso y le dieran una feroz paliza. Él mismo explicó que su caída en desgracia se había debido a la conjunción de esas infelices circunstancias. “No soy un delincuente nato, ni creo que mis sentimientos sean malos. Soy una fabricación por las injusticias sociales que siendo muy joven ya comprendí, y por las persecuciones gratuitas de un policía inmoral y sin escrúpulos”, contó.

Entre 1918 y 1926 cometió diversas transgresiones y delitos. Lo detuvieron no menos de 25 veces en Tucumán, Córdoba, Santiago del Estero y Corrientes. Estuvo preso más de 40 meses, cumpliendo dos condenas de hurto y resistencia a la autoridad, entre otros delitos. Asimismo, se dedicó a formar una banda integrada por nombres pesados, en su mayoría hijos de inmigrantes perseguidos por la policía provincial y simpatizantes de las ideas anarquistas, entre los que se destacaron Pascual “Tato” Miño, Mauricio “Indio” Herrera y Pedro “El Alemancito” Fitz.

“Muchas veces intenté rehacer mi vida y volver al camino del que un día me descarrilé. ¡Vano intento! Caerá en un craso error y pecará de utopista aquel que crea que es posible realizarlo donde la policía conozca sus antecedentes; lo primero que hacen es quererlo conquistar como delator, si no acepta vienen las persecuciones”, escribiría muchos años después en una carta dirigida al director de la revista porteña Ahora. La reputación de Mate Cosido llegó a tal punto que el historiador británico Eric Hobsbawm investigó su historia y la incluyó en su artículo Social Bandits, donde lo comparó con los más renombrados bandidos europeos.

Cuando David regresó a Tucumán, su madre le imploró que se comportara bien, dentro de la ley y buscara trabajo. Él prometió intentarlo. Era el peor momento de la recordada Década infame: la desocupación iba en aumento, arreciaban las huelgas de los estudiantes y obreros, y la represión policial exaltaba los ánimos. Además de la difícil situación que atravesaba el país, otra de las trabas para Mate Cosido fueron sus antecedentes. “Yo salía lo menos posible de casa para no darle oportunidad a la Policía de molestarme, pero para mala suerte mía en esa ocasión los cacos no dormían y noche a noche dejaban un saldo de víctimas”, relató.

Amado por los humildes

Con sus atracos novelescos, la fama de los bandoleros como Mate Cosido alcanzó una dimensión insospechada, granjeándose la simpatía de los más humildes y ocupando las páginas de la prensa porteña durante largos años. Cuenta el historiador Hugo Chumbita que repartían buenas propinas a numerosos informantes y encubridores (incluyendo algunos comisarios y agentes de seguridad) y que los relatos de sus correrías hacían hincapié en que robaba a los ricos para darles a los pobres. La última vez que se supo de Mate Cosido fue en marzo de 1940, cuando ya se había convertido en el bandolero más buscado de Argentina.

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