Movilizaron a la estación de Once por un tren federal y sin fines de lucro

Diario Hoy habló con el presidente de Salvemos al Tren, Jorge Gómez, quien se refirió al proceso de privatización sufrido hace 28 años.

El 10 de marzo de 1993 marcó la hora del final de una Argentina ferroviaria federal. Poco menos de un año antes, en mayo de 1992, el gobierno de Carlos Menem había anunciado que todos los servicios de pasajeros interurbanos se darían por finalizados, y las autoridades provinciales hicieron poco por salvar la situación.

Sobre lo que pasó exactamente hace 28 años, el presidente de la asociación civil Salvemos al Tren, Jorge Gómez, dijo a diario Hoy: “A través de la nefasta ley de Reforma del Estado se abrió paso a todas las privatizaciones. En el caso de los ferrocarriles, en particular, nos quedamos con menos kilómetros de vías. Fueron concesionados alrededor de 15.000 kilómetros, dejaron de pertenecer al patrimonio argentino. Además, perdimos unos 35.000 kilómetros de vías. Asimismo, fueron despedidos casi 100.000 ferroviarios y se cerraron 5.000 estaciones. Este fue el ferrocidio de los años 90. Fue una locura”. En la misma línea, Gómez apuntó que “mientras Europa se conectaba cada vez más en tren, en la Argentina se cerraban los ferrocarriles”. Y agregó: “El tren cumple una función social, no tiene por qué tener fines de lucro”.

Banderazo y “trenazo”

El nuevo aniversario de la histórica fecha motivó a que en la jornada de ayer organizaciones civiles y partidarios de la causa del “regreso del tren a todo el país” se movilizaran a la estación de Once, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Entre las consecuencias del “ferrocidio”, explicó Gómez, en primer plano está “la desaparición íntegra de pequeños pueblos, principalmente porque la supresión de los servicios insidió en la muerte de sus economías regionales. El flete por transporte automotor es entre tres y cuatro veces más caro que el traslado en ferrocarril. El transporte, así, terminó siendo más caro que las manufacturas producidas”.

Otro aspecto fue la cuestión demográfica: muchas personas decidieron mudarse a los grandes conglomerados urbanos por la falta de transporte y para buscar mejores oportunidades. Además, precisó Gómez, “muchos jóvenes que hoy dejan sus pueblos para estudiar en las ciudades antes usaban el tren para trasladarse; no se veían en la obligación de tener que instalarse para estudiar. Hoy no pueden hacerlo. El fin de los trenes de larga distancia también fragmentó familias”. Y concluyó: “Hay muchas historias tristes porque no tenemos un sistema ferroviario federal. El tren es el único transporte que puede unir toda la Argentina”.

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