cultura
Retrato de una mujer valiente
Marceline Desbordes Valmore fue una poeta francesa golpeada por la miseria que elevó su poesía por encima de todas las épocas.
Durante su juventud, bastante mísera, fue actriz y cantante. Hacia 1812, el poeta H. de Latouche inspiró en ella una pasión que se transformó en cruel sufrimiento cuando él la abandonó. Cinco años más tarde, se casó con el actor Prosper Valmore, con quien llevó a cabo infinitas giras teatrales. Sus comienzos poéticos se inscriben en el marco del grupo de la Muse francaise; después de sus Elegías y romanzas, escribió varias obras del mismo género que se reunieron en libro llamado Poesías inéditas. Su poesía gustó mucho por su armonía quejumbrosa y su melancolía, reflejos de un corazón tierno y de un alma dolorida.
“Una de las más grandes poetas, no diría del siglo XIX francés, sino de todas las épocas”, con estas palabras definía Louis Aragon a Marceline Desbordes-Valmore, una poeta aclamada por los más destacados autores del Romanticismo y el Simbolismo francés que, sin embargo, el tiempo ha ido dejando de lado. Marceline Desbordes nació tres años antes de la Revolución Francesa, en la localidad de Douai, en el norte de Francia. En la Francia postrevolucionaria, y en un ambiente particularmente golpeado por la miseria, la vida se hace difícil y las ansias de encontrar una salida se convierten en el único motor para seguir adelante. Cuando apenas tenía diez años, Marceline viaja junto a su madre a la Isla de Guadalupe en busca de una mayor prosperidad, seducida por la que había encontrado uno de los primos de la madre de la poeta. La isla de Guadalupe no depara grandes éxitos y, apenas dos años después de llegar, Marceline se ve obligada a regresar a Francia, esta vez sola, pues la peste amarilla se ha llevado por delante la vida de su madre y una revuelta de los esclavos hace imposible la permanencia en la isla.
Tras sus primeros sufrimientos amorosos, su vida quedó marcada por dos hondos dolores: perdió a sus dos hijas, Inés y Ondine, y a su amiga y protectora Madame Récamier. Lo cierto es que a lo largo de su vida, nunca logró liberarse por completo de las dificultades materiales.
Baudelaire fue el responsable de una reseña excelente, en la que reconoce que, “tratándose de una poesía que aspira casi a lo contrario de la suya, le es imposible no admirar”. El autor de Arde el mar –padre de la poesía moderna- subraya el entusiasmo por la poeta, algo que puede, en parte, sorprendernos hoy, pues no está exento de cierto paternalismo e incluso misoginia, muy presente –recuerda Gimferrer– en la crítica literaria del momento. En los textos de la época, los poetas y críticos solían demostrar un cierto desdén hacia la literatura escrita por mujeres, en buena medida por “su curioso desconocimiento de la poesía escrita por mujeres en otras eras, incluso en Francia”. Marceline Desbordes-Valmore murió en París a los 73 años.