Pasión por la tinta
Tatuajes: un arte que se volvió moda
La práctica se presenta tanto en jóvenes como adultos y en nuestra ciudad se expande a pasos agigantados. Los motivos e historias, atravesados por la posmodernidad
En algún momento del siglo XX, los tatuajes estuvieron reservados para presos o marineros. Luego, a partir de los años 60, por la impronta de la comunidad hippie y otras tribus urbanas la práctica tuvo su primera explosión de masividad. Hoy, basta con mirar alrededor para darse cuenta de que cada vez son más las personas que eligen estamparse en el cuerpo alguna marca que perdure en el tiempo.
Los motivos son tan variados como la cantidad de imágenes que se pueden realizar. Algunos evocan algún familiar querido, su equipo de fútbol favorito o una banda de rock. Otros, más preocupados por la estética y la moda, prefieren que su piel se convierta en un lienzo y dejan que el artista despliegue majestuosos dibujos.
Además, asociado a una idea de juventud eterna, cada vez son más los adultos que se animan. Lejos de los prejuicios de otras épocas, en algunas oportunidades padres e hijos llegan juntos a tatuarse. Tal es el caso de Viviana Moneta, una platense que “a pesar de ser grande”, según sus palabras, se tatuó hace poco tiempo: “Tengo cuatro y uno me lo hice junto con mi hija por una cuestión de afecto. Representan algo estético y me gusta que mi cuerpo esté bien decorado”, explicó a este medio.
También Cecilia Gatti, vecina de 50 años, se tatuó para cumplir con un viejo anhelo de su juventud: “Cuando era chica mi papá no me dejaba hacerme uno. Ahora, me tatué el símbolo del Om, que sirve para meditar. Me lo hice en un local muy serio, donde usaron material descartable y tintas de buena calidad. Después, solo tuve que cuidarlo un tiempito del sol y ponerle crema”, explicó.
La Plata, exposición permanente
Con un crecimiento exponencial, en nuestra ciudad se viene llevando a cabo desde hace seis años una convención de tatuajes en la que más de cien artistas de todas partes del mundo despliegan sus habilidades. Allí, también se reúnen los mejores tatuadores de la ciudad, entre los que, sin lugar a dudas, nunca estuvo el que atendió a Vinicius Rafael do Santos, un joven brasileño que vive en La Plata y que se tatuó en un momento de confusión. Aseguró: “Me arrepiento del que me hice en estado de ebriedad. Desde mi experiencia, solo puedo decir que antes de tatuarse hay que pensarlo muy bien”.
Pero el hecho de pensar detenidamente y usar la cabeza antes de tatuarse, otro vecino, Gustavo Ramallo, lo tomó de manera literal. Después de un accidente automovilístico del que se salvó de casualidad, decidió rendirle homenaje a su santo pagano. “Me tatué en la cabeza hace cuatro años. Tengo una letra G, en honor al Gauchito Gil, que me ayudó a atravesar el mal paso”.
Imposible de contabilizar, la tendencia se expande a lo largo y ancho no solo de nuestra ciudad, sino también del país. A este ritmo, en unos años la excentricidad pasará a ser solo la de quienes hayan mantenido su piel virgen de tatuajes.
