Tiene 49 años, 13 hijos y convive con el humo de una caldera en la calle 514
La historia de Graciela Migueles, una vecina que vive en la parte de atrás de la cancha de La Plata Fútbol Club, donde no se termina de apagar el fuego en una caldera.
Entre la basura que tiran los vecinos, las alimañas que buscan alimentarse y un peligroso hundimiento de la tierra que se ve en muy pocos lados en La Plata, sobresale la cantera de la calle 514 en Barrio Hernández.
Un lugar inhóspito, que fue trabajado y mejorado entre el 2004 y 2005, cuando se construyó la cancha y se armó el predio de La Plata Fútbol Club sobre 25 y 514.
Hoy, 17 años después, los resabios de esa cantera permanecen amenazando a los vecinos de la zona y, tras un voraz incendio que se desató en el mes de febrero, en las últimas horas volvieron a encenderse las llamas.
Graciela Migueles vive en 514, a metros de la esquina de 26, casi pegada a la cantera.
Desde hace varios meses tiene que convivir a diario con el humo que no cesa en el ambiente, junto a sus diez hijas y sus tres hijos varones que la acompañan en el lugar.
“Es horrible convivir con el humo. Los bomberos vienen cuando los llamamos. Pero a la noche las llamas vuelven y resulta difícil vivir con esto”, expresó la mujer de 49 años.
“Vino un referente de la delegación y nos comentó que iban a poner tierra en el lugar para tapar la cantera. Pero todavía sigue ahí”, explicó.
El mayor problema se registra a la vera de la calle 514, más próxima a la esquina de 27, en donde alcanza con asomarse para definir la profundidad que tiene el lugar. Una pronunciada inclinación hacia el interior de la tierra remite a las mejores imágenes de una ciudad serrana, siendo La Plata una metrópolis con plena llanura.
Además de las llamas y el humo que nunca parece irse, la acumulación de basura y desechos en la zona se convierte en un factor de contaminación del ambiente, que tanto Graciela como sus 13 hijos y otros vecinos de la zona no están dispuestos a seguir soportando.
Para tapar la cantera se requeriría de una obra que contemple tapar definitivamente este lugar, o bien pavimentarlo o urbanizarlo como sucedió en la zona de 133 y 501.
“Estoy en el lugar desde hace 16 años y ya es como nos acostumbramos a convivir con esto. Pero el temor a que las llamas algún día salgan y lleguen a las casas siempre está”, concluyó la vecina, quien también fue entrevistada por algunos funcionarios municipales en la zona.
Esperan que se pueda solucionar lo antes posible, para que no tengan que vivir preocupados cada vez que las llamas se encienden, con temor a que lleguen a las viviendas y que el fuego arrase con todo.