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Uno de los escritores españoles más polémicos de todos los tiempos

Camilo José Cela fue uno de los autores más premiados y más polémicos de España. Su genio narrativo y su apoyo al franquismo lo pusieron en el ojo de la tormenta.

Ganó muchos de los principales premios literarios del mundo, empezando por el Nobel, y siguiendo por el Cervantes, el Príncipe de Asturias y el Planeta, entre otros. Recibió el doctorado Honoris Causa en más de veinte universidades, una cantidad de medallas que no entran en ninguna vitrina y títulos académicos que no cabrían en las paredes de ninguna casa. Tenía pedigrée de marqués y hábitos de realeza. Varios de sus libros seguramente resistirán la prueba de ácido del tiempo: La colmena, La familia de Pascual Duarte, Mazurca para dos muertos y Oficio de tinieblas, entre otros. Es una de esas figuras que podría haber encolumnado detrás de sí la unánime admiración de sus compatriotas, sin embargo, dejó a su paso una estela de controversias sin fin.

El eje de las discusiones fue su trabajo para la censura del Generalísimo Francisco Franco. A los 21 años, fue nombrado en el Cuerpo Policial de Investigación y Vigilancia del Ministerio de la Gobernación, donde se desempeñó como informante y censor. Años después diría: “Yo me metí ahí para comer, para poder tener un mínimo sueldo, unas 250 o 300 pesetas. Y descubrí que la gente que trabajaba en mi oficina lo que quería era censurar los periódicos políticos. Eso era un error tremendo, porque había que implicarse, y desde luego yo no quería implicarme en absoluto. A mí me dieron varias revistas, que elegí yo mismo”. Si bien las revistas elegidas eran de carácter religioso o farmacéutico, las tareas de censor le valieron innumerables peleas con el grueso de los artistas de su época.

Nació en La Coruña el 11 de mayo de 1916, fue el primogénito del matrimonio de un padre gallego y una madre angloitaliana: “Tuve una niñez dorada. De pequeño era tan feliz que cuando las visitas me preguntaban qué quería ser de mayor, me echaba a llorar porque no quería ser nada, ni deseaba ser mayor. Me hubiera apuntado a ser niño siempre”. Como se aburría espantosamente en la escuela, hacía lío, lo que le costó que lo expulsaran de cuatro colegios. Cuando su familia se mudó a Madrid fue internado en el sanatorio del Guadarrama por una tuberculosis que lo dejó postrado un largo tiempo, que él aprovecho para leer la obra completa de Ortega y Gasset y los clásicos españoles. En una cama de hospital descubrió que iba a ser escritor. Vocación que durante algún tiempo convivió con sus estudios de medicina y filosofía y letras, Facultades que abandonaría antes de alcanzar el título.

Abordó todos los géneros, desde la poesía hasta la novela, pasando por el ensayo y el teatro. Hizo su aprendizaje en las ocupaciones más disímiles: pintor, periodista torero, actor y soldado. Su primer libro lo publicó a los 23 años, siendo soldado franquista en una España desgarrada por la guerra civil, es un poemario titulado Pisando la dudosa luz del día. Al dejar el ejército se abocó a la escritura de su primera novela, La familia de Pascual Duarte, publicada en 1942, marcando un hito en la narrativa española del siglo veinte. La novela recibió estocadas feroces por parte de la iglesia católica y elogios fervientes de escritores de la talla de Pío Baroja. Logró su consagración literaria con La colmena, un profundo retrato de un grupo de vencidos en la guerra civil que se reúnen en el café “La Delicida”, a desmadejar la historia de sus vidas. La novela fue lleva al cine en 1982 y se alzó con el Oso de Oro en el Festival de Cine de Berlín.

A los 40 años fue elegido para ocupar el sillón Q de la Real Academia Española, lo que no impidió que llegara a ser uno de sus críticos más acerbos.

En 1962 publicó un libro con ilustraciones de Pablo Picasso, bajo el título Gavilla de fábulas sin amor. En 1989 se alzó con el Premio Nobel de Literatura, para el que estuvo candidateado siete años consecutivos y que la Academia Sueca le acordó por su “rica e intensa prosa, que con una pasión controlada muestra una visión provocadora de la realidad humana”. Murió a los 85 años, en Madrid. Unos años antes, inauguró una universidad que lleva su nombre.

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