El Papa nombró 19 nuevos cardenales

En un acto con el que reforzó la presencia de los países de las denominadas “periferias”, el Papa Francisco creó 19 nuevos cardenales, incluidos cuatro latinoamericanos.

“Un Cardenal ama a la Iglesia, siempre con el mismo fuego espiritual, ya sea tratando las grandes cuestiones, como ocupándose de las más pequeñas”, les expresó el Pontífice a los nuevos cardenales durante la ceremonia que encabezó en la Basílica de San Pedro.

19 purpurados, de los cuales 16 son electores y votarán por el sucesor de Francisco en el próximo Cónclave, se arrodillaron uno a uno delante del Papa sentado en el trono pontificio de la basílica de San Pedro.

Con los nuevos nombramientos, junto a otro que debía participar ayer de la ceremonia y no pudo por problemas cardíacos, el Colegio Cardenalicio se compone ahora de 206 miembros, de los que 132 tienen al día de hoy menos de 80 años y por ende derecho a voto en un eventual cónclave, como se conoce al evento de elección de un nuevo pontífice por muerte o renuncia.

A partir de ahora, los cardenales con derecho a voto representan a 69 países de los cinco continentes.

Con la intención de un futuro más universal y representativo para la Iglesia católica, Francisco apostó por cardenales de lugares donde la Iglesia está creciendo, como Brasil e India; pero también donde los cristianos son minoría como Mongolia, Singapur o Ghana.

De los 19 nuevos purpurados creados ayer, cuatro provienen de Asia y América Latina: el monseñor Leonardo Ulrich Steiner, arzobispo metropolitano de Manaos; monseñor Paulo Cezar Costa, arzobispo metropolitano de Brasilia; monseñor Jorge Enrique Jiménez Carvajal, arzobispo emérito de Cartagena de Indias, en Colombia; y monseñor Adalberto Martínez Flores, arzobispo metropolitano de Asunción, el primer purpurado de la historia de Paraguay.

Argentina, por el momento, sigue representada por cuatro cardenales: dos con derecho a voto, Mario Poli y Leonardo Sandri, y dos mayores de 80 años, Luis Héctor Villalba y Estanislao Karlic.

Asimismo, en la lista se encuentra uno de los nombramientos más inesperados, como es el caso del arzobispo Giorgio Marengo, un italiano de 48 años que es el administrador de la Iglesia católica en Mongolia, donde hay poco más de 1.500 católicos.

Para la creación de los nuevos purpurados, el papa nombró a los cardenales y, uno a uno, les entregó el anillo cardenalicio, (símbolo de su nuevo compromiso universal con la Iglesia), la birreta cardenalicia, roja en memoria de la sangre de los mártires que dieron su vida por defender su fe, y la asignación de su iglesia en Roma.