La oposición busca destituir a Trump antes de finalizar su mandato

Los demócratas de la Cámara de Representantes están dispuestos a “avanzar” hacia la destitución de Trump, pero para ello necesitan el apoyo del vicepresidente.

Las últimas dos semanas de Donald Trump al frente de la Casa Blanca podrían ser caóticas si las intenciones de la oposición demócrata en la Cámara de Representantes se cristalizan y avanzan hacia la destitución de quien hasta el próximo 20 continuaría siendo el presidente de los Estados Unidos.

En ese marco, los legisladores demócratas pidieron el jueves al vicepresidente Mike Pence que aplique contra Trump la 25ª Enmienda, para poder apartarlo del poder. De lo contrario, activarán un segundo proceso de impeachment (juicio político) contra el mandatario.

Los demócratas de la Cámara de Representantes de Estados Unidos están listos para “seguir adelante” la semana que viene con los procedimientos contra el pre­sidente saliente, según indicó la portavoz asistente de la cámara baja del Congreso, Katherine Clark.

“Donald Trump tiene que ser destituido de su cargo. Y vamos a proceder con todas las herramientas que tenemos para asegurarnos de que eso suceda para proteger nuestra democracia”, afirmó Clark, quien indicó también que
la votación sobre el inicio del debate contra el mandatario está previsto para “mediados de la próxima semana”.

El anuncio de los demócrata llega un día después de que la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y el líder demócrata del Senado, Chuck Schumer, exigieran a Pence y al Gabinete de Trump que invoquen la 25ª Enmienda para apartar al mandatario del poder.

Según la cuarta sección de dicha ley, la destitución es posible si el vicepresidente y la mayoría de los secretarios del Gabinete concluyen que Trump es “incapaz de cumplir con los poderes y deberes de su cargo”.

Entonces, las funciones presidenciales se delegarían automáticamente a Pence, hasta que el presidente electo Joe Biden asuma el cargo el 20 de enero.

La iniciativa de apartar al jefe de Estado de su cargo por segunda vez en un mismo mandato surgió inmediatamente después de que simpatizantes del partido republicano asaltaran este miércoles el Capitolio en Washington D.C.
Ese día, “el presidente incitó a una insurrección armada contra Estados Unidos”, dijo Pelosi, tras el violento asalto al edificio por parte de seguidores de Trump, el cual se prolongó durante horas y que dejó víctimas fatales.

Luego, los demócratas del Comité Judicial de la Cámara de Representantes escribieron una carta al vicepresidente Mike Pence. En ella le pedían urgentemente que actuara y sacara al exempresario de la presidencia, alegando que había cometido un acto de insurrección y “buscaba socavar” la democracia.

Cada vez más solo

A la intención de sus rivales de convertirlo en el primer Presidente destituido de su cargo (ya que Richard Nixon dimitió tras el escándalo del Hotel Watergate), se suma a las preocupaciones del actual mandatario de los Estados Unidos el distanciamiento de fieles aliados en el Partido Republicano.

Mike Pence, su vicepresidente; el líder del Senado, Mitch McConnell y el senador por Carolina del Sur Lindsey Graham, terminaron por darle la espalda el miércoles durante la sesión conjunta del Congreso para certificar la victoria del demócrata Joe Biden.

Pence difundió un comunicado en el que explicaba que no tenía autoridad para rechazar unilateralmente los votos del Colegio Electoral, dando por terminado el debate sobre su capacidad de darle la vuelta al resultado de las elecciones.

McConnell pronunció un discurso en el que extendió una rama de olivo a sus colegas demócratas y remarcó que “si esta elección fuera revertida por simples alegaciones del lado perdedor, nuestra democracia entraría en una espiral de muerte”. Luego explicó que “nunca más veríamos al país entero aceptar el resultado de una elección; cada cuatro años habría una pelea por el poder a cualquier precio”.

Finalmente reflexionó que tras la derrota de su partido “no podemos seguir separándonos en dos tribus diferentes, con distintos hechos y distintas realidades. El país se arriesga a emprender un peligroso camino en el que el ganador de una elección sea realmente el único en aceptar los resultados”.

Otro de los que terminó por remegar del caprichoso mandatario fue el exfiscal y general William Barr, que dejó el cargo el pasado 23 de diciembre. Emitió una dura condena del presidente al que sirvió, al indicar en un comunicado a una agencia de noticias que la conducta de Trump es de “traición a su cargo y sus seguidores”; también denunció que “movilizar a las masas para presionar al Congreso no tiene excusa”.

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