Un “escudo de silicio” protege a Taiwán de China

Taiwán es una isla más pequeña que Cuba, de 23 millones de habitantes y ubicada a 180 kilómetros del gigante asiático, que la reclama como propia. Por qué no la invade y por qué Estados Unidos la defiende.

Pekín lidera una China comunista de 1.300 millones de habitantes con un partido único. Tras 180 kilómetros de mar, Taipéi lleva adelante una república democrática con 23 millones de personas.

La disputa entre ambos data de 1949, y con la visita de la presidenta del Congreso de Estados Unidos, Nancy Pelosi, alcanzó uno de sus peores momentos.

China ha privado a Taiwán de acceso a los organismos internacionales y le otorga un estatus indefinido y un reconocimiento internacional limitado. Pero Taiwán encontró una estrategia para sobrevivir en este conflicto tan asimétrico y así evitar una confrontación militar directa con China: el “escudo de silicio”.

Qué es el silicio

El silicio es un elemento clave usado para la fabricación tanto de aviones de combate como de paneles solares, pasando por videojuegos o instrumentos médicos. Un “arma” que nadie puede replicar a mediano o largo plazo, dado su nivel de complejidad. Esto significa que Taiwán, como principal fabricante mundial de chips semiconductores avanzados, actúa como elemento disuasorio de una acción militar de China.

El gigante asiático pagaría un precio muy alto, incluido un daño severo a su propia economía, porque, como el resto del mundo, de­pende de los chips fabricados en Taiwán. Estas pequeñas piezas es­tán elaboradas con semiconductores, es decir, circuitos integrados fabricados con silicio. Y los de esta isla son los más avanzados del mundo.

La realidad es que si Taiwán no fuera un proveedor tan importante de tecnología para el mundo, es posible que China ya hubiera adoptado medidas para ocupar el territorio.

El papel de Estados Unidos

Si los chinos emprenden una acción militar contra Taiwán, también deben considerar a Estados Unidos, que defenderá a la isla.

¿Por qué? Además de que rompería la cadena de suministro global de alta tecnología y la economía estadounidense, una invasión le daría a China el control sobre las fábricas de chips más desarrolladas del mundo, se apoderaría de las armas bélicas avanzadas que Washington le ha vendido a Taipéi a lo largo de los años. Estados Unidos no puede permitir esto.

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