El género: una asignatura pendiente que avanza en el Mundial y en el país

La formación de un equipo de árbitras para partidos masculinos es un avance que se registró en Catar. Tras la Copa del Mundo femenina, las futbolistas estadounidenses alcanzaron la paridad salarial con los hombres. En la Provincia, la Ley Micaela entró en vigencia en el ámbito deportivo.

La Copa del Mundo de Catar aportó numerosas novedades, entre ellas la de ser la primera que se disputa en Medio Oriente. También se dio el debut de la “pelota inteligente” y la versión hiperavanzada del video assistant referee (VAR), la hazaña marroquí (ese seleccionado se convirtió en el primer equipo africano en llegar a la semifinal) y el primer gol ejecutado por un joven nacido en el tercer milenio.

Sin embargo, entre las innovaciones que marcan un cambio de época está, sin duda, el surgimiento de las mujeres árbitras. En otro tiempo hubiera sido, quizás, impensado que una fémina oficiara de referí en un partido del Mundial masculino. En Catar, la FIFA puso no a una, sino a tres en el mismo partido: la contienda entre Alemania y Costa Rica fue la primera en la historia de las Copas del Mundo en ser arbitrada por un equipo íntegramente femenino, compuesto por la francesa Stéphanie Frappart, la brasileña Neuza Back y la mexicana Karen Díaz Medina.

Para algunos se trató de un golpe de marketing, pero la realidad es que fue una señal inequívoca de que las cosas ya no son lo que eran. La jueza principal y las asistentes (las tres, casualmente, de 38 años de edad) se formaron en un mundo nuevo, en el que el fútbol femenino no solo está en ascenso, sino que escenifica la lucha por la igualdad de género, en el deporte y fuera de él.

Avance estadounidense

El ejemplo más claro de esto involucra a la Selección femenina de los Estados Unidos, que a mediados de este año logró una gran victoria sindical: la Federación de Fútbol de ese país dispuso que el equipo femenino y el masculino reciban el mismo pago. Era el fin de una disputa originada en la disparidad de ingresos entre jugadores y jugadoras del mismo deporte, más allá de los logros respectivos (las futbolistas estadounidenses ganaron cuatro de las ocho copas mundiales que se jugaron hasta ahora).

La jugadora Becky Sauerbrunn, integrante del seleccionado y presidenta de la Asociación de Jugadoras del Equipo Nacional Femenino, dijo que con el acuerdo se alcanzaron “logros históricos” y que esperaba que contribuyera al crecimiento del fútbol femenino no solo en su país, sino también en el resto del mundo. Cindy Parlow Cone, que lidera la Federación, lo definió como “un momento histórico”.

Los futbolistas hombres y mujeres no solo percibirán el mismo salario, sino que los trofeos que ganen en sus respectivos mundiales se repartirán en partes iguales entre ambos equipos.

Mucho por hacer

Vale destacar los hechos señalados previamente en un marco donde aún existe una gran disparidad entre los géneros en lo que hace al deporte más popular del mundo. Se trata de una asignatura pendiente que con estas movidas (meros gestos en algunos casos, en otros acciones más sustanciales) va resolviéndose de a poco.

La investigadora Bridgette Desjardins, que se ocupa de la relación entre el deporte y la sociedad, identificó el soplo de los nuevos vientos en las postulaciones de los distintos países para ser anfitriones del Mundial Femenino de 2023 (ganaron el puesto, conjuntamente, Australia y Nueva Zelanda, imponiéndose a Colombia, Brasil y Japón).

Desjardins desmenuzó los documentos presentados por las distintas naciones y determinó que todos los países enfatizaron la igualdad de género como motor de sus postulaciones, compitiendo con el resto en su capacidad para generar acciones y medidas que equipararan a hombres y mujeres en la práctica deportiva y otras áreas. “Retóricamente, las naciones postulantes se absuelven de sus contribuciones a la desigualdad de género existente para posicionarse como salvadoras benevolentes del esforzado deporte femenino”, afirma la especialista.

Una piña y una Ley

En la Argentina existe una norma específica que apunta a la capacitación sobre temáticas de género (incluyendo, pero no solamente, la violencia de género) para todas las personas que se desempeñan en la función pública. Se la llama Ley Micaela, en memoria de la joven Micaela García, asesinada en 2017. Las provincias desarrollan sus propios programas de capacitación y también los municipios implementan programas para instruir a su personal sobre estos temas.

En la provincia de Buenos Aires, la agresión a una árbitra le dio impulso a la idea de que haya también una Ley Micaela para el ámbito deportivo. Hace unos meses, durante un partido de la Liga Tresarroyense, un jugador que había sido sancionado por Dalma Cortadi fue corriendo por detrás de la referí y la derribó con una salvaje trompada en la nuca. Las imágenes de la brutal agresión se repitieron por la televisión nacional y se viralizaron en las redes.

Como consecuencia de ese caso, en el territorio bonaerense entró en vigencia la “Ley Micaela para el deporte”, que es una capacitación obligatoria sobre género dentro de los propios clubes, impuesta por el gobierno provincial.

Noticias Relacionadas