Garro desobedece a la Justicia y continúa masacrando el arbolado público

Acostumbrado a no acatar las resoluciones judiciales, el intendente de La Plata hizo oídos sordos a los reclamos de los platenses y continuó con la poda y extracción de especies arbóreas vitales para la ciudad. Algunas tareas incluso son realizadas por empresas tercerizadas de dudosa capacidad para tal fin.

Corrían los últimos años del siglo XIX cuando el doctor Juan José Dardo Rocha emprendía el megaproyecto de fundar una ciudad capital y pacificar el país. Una gran urbe que no solo debía cumplir un rol administrativo, también debía ser un símbolo de modernidad y prosperidad, la materialización de un futuro mejor. En aquellos años aún no existía el “ambientalismo” o el “ecologismo” como ideología, pero en 1882 el “higienismo” y el “conservacionismo” formaban parte de los pensamientos de vanguardia. Entre los referentes de políticos que defendieron y trazaron este camino se encuentran el expresidente Domingo Sarmiento, el exministro Eduardo Wilde, la familia Pereyra y el doctor Estanislao Zeballos.

“Un rectángulo con una avenida cada seis cuadras, plazas en cada intersección y ocho grandes diagonales” es una resumida descripción del trazado, pero no siempre se sabe “el porqué”. La explicación es más sencilla y racional: fue para favorecer el flujo del aire y el tránsito. Es decir que la decisión surgió con la aspiración de construir una ciudad donde las personas, el aire y el agua puedan circular con facilidad como garantía de higiene urbana.

Esto que suena muy fácil y lógico no era la regla común para las viejas ciudades que se debían amoldar a la masiva industrialización. Pero, al ser previamente planificada, La Plata pudo dar una solución a estos problemas antes de ser construida. La respuesta fueron los árboles en las avenidas y las plazas, que generan sombra, oxigenan el aire, absorben el agua de lluvia, colaboran con la salud del suelo, equilibran el medioambiente, embellecen y brindan espacios de entretenimiento.

La Plata, “ciudad verde”

El proyecto de una “ciudad verde” comenzó el 5 de junio de 1882, con la expropiación de las tierras de Martín Iraola, bautizadas en su momento como “Parque Buenos Aires”. Este fue el primer pulmón verde de La Plata. A comienzos de 1886, el primer comisionado de la ciudad, Marcelino Aravena, dispuso la primera “arbolización con la plantación de palmeras del tipo pindó” originarias de la selva misionera, las cuales se colocaron en las avenidas 51 y 53. En forma paralela se inició la urbanización masiva del Paseo del Bosque, el cual se proyectaba con el doble del tamaño actual.

Llegado el siglo XX, la ciudad ya contaba con 16.000 árboles y 95.000 habitantes, un ejemplar cada seis personas. En 1908, el comisionado Luis María Doyhenard apostó a un nuevo giro que marcaría a la ciudad para siempre, la importación de tilos. Estos ejemplares no eran cualquier especie, sino una muy particular desa­rrollada en Alemania y que eran todo un éxito en Berlín, una de las ciudades más modernas del momento. Estos tilos germanos tienen un aroma particularmente intenso y un perfume muy característico, pero su principal virtud es que poseen un polen antialergénico.

La conciencia y el compromiso activo por una “ciudad verde” estuvieron vigentes desde el primer día, y con el paso del tiempo se ­consolidaron.

Su efecto fue indudablemente positivo, los vecinos de los diferentes barrios se organizaron para exigir y colaborar con la urbanización de plazas. En 1913, la Unión Vecinal Zona Este logró la modernización de plaza Matheu. Pronto le siguieron Máximo Paz, José Paso, Bernardino Rivadavia y el parque Saavedra.

En 1920 llegaron los hermosos jacarandás que aún pintan la rambla de diagonal 73. Y en abril de 1924 el concejal Manuel Chinchurreta logró un nuevo hito: la creación de una comisión municipal dedicada a inventariar el patrimonio forestal, preservarlo e implementar planes para su fomento. Una de sus tantas actividades incluyó la organización de exposiciones de floricultura y arboricultura para celebrar el cumpleaños de la ciudad.

Con el paso del tiempo, con aportes públicos y privados, comenzaron a proliferar palmeras, ceibos, cedros, palos borrachos, pinos, araucarias, ginkgo biloba, ibirá puitá guazú, ficus, lapachos, robles y castaños de Indias, entre otros. En 1936 se forestó la plaza Paso, donde el intendente Luis Berro plantó un ombú declarado como “el árbol patrono de La Plata”. Sin embargo, el más famoso y exótico de todos es el “árbol de cristal” en la Reserva de Biosfera Pereyra Iraola.

En algún momento se planificó que cada calle poseyera una única especie a modo de guía aromática: los naranjos de 47, las acacias blancas en calle 9, las judeas en calle 8 y los patitos dulces en calle 10. Esta idea no prosperó por motivos principalmente económicos y genéticos de cada especie. Por más bello y noble que sea un ejemplar, necesita un conjunto de variables climáticas y geográficas que no siempre fueron tenidas en cuenta. Pero, aun así, la marca quedó presente en las calles y en el imaginario colectivo.

De ciudad verde a ciudad gris

Con el afán de sostener los negocios inmobiliarios de los que diario Hoy habló en reiteradas oportunidades o de subirse a la movida “sustentable” de las bicisendas como su par porteño, Horacio Rodríguez Larreta, el intendente Julio Garro lleva adelante una política de casi “exterminio” del arbolado público en función de no respetar ningún tipo de normativa vigente, lo cual derivó en un planteo judicial que hoy por hoy suspende esas tareas.

En el mes de junio de este año, un grupo de vecinos y vecinas de la ciudad de La Plata ­promovieron una acción de amparo colectivo ante la Justicia bonaerense, solicitando que ordene a la Municipalidad el cese del daño ambiental que, indican, está provocando en el arbolado público mediante acciones de poda y tala que consideran ilegales, en tanto que no se estarían realizando de conformidad con lo ­previsto en las leyes provinciales sobre Protección, Conservación, Mejoramiento y Restauración de los Recursos Naturales y del Ambiente en General (n° 11.723), y de Arbolado Público (n° 12.276).

En ese marco, solicitaron que se le exija a la Comuna que adapte su procedimiento a los parámetros establecidos en las normas referidas, que proceda a la remediación del daño ocasionado al arbolado público, y que implemente en forma urgente un plan anual de forestación y reforestación que efectivamente respete los preceptos que dictan las leyes.

Los denunciantes incluso plantearon que el Municipio, a través de servicios tercerizados, viene efectuando tareas de “poda” que considera desproporcionadas y antirreglamentarias, que provocarían un daño ambiental serio y estructural, y la consiguiente destrucción del patrimonio forestal de la ciudad. Y finalmente, la Justicia les dio la razón.

En el mes de julio, la Justicia de la provincia de Buenos Aires hizo lugar a la medida cautelar planteada y ordenó a la Comuna suspender de manera inmediata toda actividad de poda y tala sobre el arbolado público.

La jueza María Fernanda Bisio consideró que “corresponde el dictado de la medida precautelar solicitada, a fin de evitar el agravamiento de la situación actual, como los potenciales daños que pudieran irrogarse hasta tanto se resuelva la pretensión cautelar”.

En la causa se da “cuenta prima facie de una intervención de poda masiva –no selectiva– de los jacarandás de la diagonal 73, que incluye cortes de ramas principales –más de 20 centímetros de diámetro– y desgarros importantes en su corteza, situaciones que se adicionan a los hechos ya descriptos en la demanda”, consignó la magistrada.

Por eso, ordenó a la Municipalidad de La Plata “suspender de manera inmediata toda actividad de poda y tala sobre el arbolado público”, a excepción de aquellos supuestos particulares que no admitan demora, los cuales deberán ser justificados en sede judicial con una evaluación técnica.

Oídos sordos

Más allá de la orden judicial, el intendente Garro desoyó la orden judicial y continuó con los operativos de poda bajo el pretexto de que se trata de una tarea de “temporada” y que se realiza un trabajo “minucioso y con profesionales”, lo cual, como evidencian las imágenes en estas páginas, dista bastante de serlo.

En ese sentido, parece oportuno señalar que la poda está suspendida pese a que hubo una apelación de parte de la Comuna, la cual, como explicó a diario Hoy el concejal Luis Arias, “no suspende la medida cautelar, de modo que la Municipalidad no debería podar ningún árbol, salvo supuestos de emergencia”.

“No cumplir una manda judicial es un delito penado por el artículo 239 del Código Penal, que dice que será reprimido con prisión de quince días a un año el que resistiere o desobedeciere a un funcionario público en el ejercicio legítimo de sus funciones o a la persona que le prestare asistencia a requerimiento de aquel o en virtud de una obligación legal”, puso de manifiesto el exmagistrado, hoy edil platense.

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