La inflación baja ¿pero a qué costo?

El descenso inflacionario se produce en un contexto de recesión y contracción del consumo, lo cual agrava la pobreza y genera preocupación por la estabilidad laboral.

Los recientes datos del Indec indican que la inflación se redujo al 3,5% en septiembre, cifra que el Gobierno nacional celebró como un logro en materia de política económica. Sin embargo, este descenso inflacionario se produce en un contexto de recesión y contracción del consumo, lo cual agrava la pobreza y genera preocupación por la estabilidad laboral. La desa­celeración del índice inflacionario está directamente relacionada con el debilitamiento del poder adquisitivo de los argentinos, quienes enfrentan fuertes aumentos de tarifas y una reducción de sus ingresos.

Aunque el Gobierno avanza en su objetivo de reducir la inflación, el "ajuste" se siente en los bolsillos de la población. Este freno en el alza de precios depende de la recesión y la baja actividad económica, una situación que podría revertirse con una reactivación, lo cual reabriría la disputa por la distribución de ingresos. Sin embargo, a la luz de los actuales indicadores económicos, esa posibilidad parece lejana. Esta reducción de la inflación, aunque favorable para las cifras oficiales, se sostiene sobre el sacrificio económico de la ciudadanía y deja una creciente incertidumbre sobre cuánto tiempo será sostenible este equilibrio.

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