EN FOCO // Triple fuga

Megaoperativo policial: es poco serio

La fuga de los tres detenidos por el Triple Crimen de General Rodríguez, los hermanos Martín y Christian Lanatta y Víctor Schillaci, no cierra por ningún lado, y hace tambalear al poder político. El entramado oscuro que hay detrás de la causa que mantiene en vilo al país

Una de las frases populares suele decir que la verdad es la adaptación de la realidad, y nunca mejor explicado este dicho que con lo que viene sucediendo desde el momento en que se conoció la fuga el domingo pasado, del Penal Nº 30 de General Alvear, de los detenidos por el Triple Crimen mafioso de General Rodríguez, los hermanos Martín y Christian Lanatta y Víctor Schillaci, donde se ha montado todo un operativo que más que de información, pareciera ser de desinformación.

Corrupción al interior del Servicio Penitenciario y la Policía Bonaerense; incapacidad de la clase dirigente para solucionar estos hechos; guerra entre los servicios de inteligencia; y complicidad política, rodea a uno de los hechos que marcan el comienzo del gobierno de Cambiemos con vicios de lo peor de la vieja política.

Las teorías e hipótesis que desde el propio poder político se han lanzado, suenan algunas veces descabelladas y poco creíbles, y parece estar ensamblado todo dentro de un mal sainete de la década de 1940, que a una investigación real y certera sobre el hecho que conmociona a todo un país.

Que desde lo más alto del poder provincial se quiera mostrar como que todo esto se dio por obra y gracia de un grupo de delincuentes comunes sin apoyo del exterior, resulta cuanto menos inverosímil, más que anda porque se está hablando de gente que formó parte de la mafia de la Efedrina, que cuenta con recursos más que suficientes para articular una fuga preparada y con cómplices que les permitan lograr su cometido.

Cuesta creer además que no haya más personal del Servicio Penitenciario bonaerense involucrados en el hecho, sobre todo porque cualquiera sabe que para originar un suceso como el que ocurrió, sí o sí debe haber un fuerte apoyo logístico desde el propio interior del Penal, con anuencia de muchas de sus autoridades, que sirvieran como marco previo para lograr su cometido.

A esto se le suma el dar por sentado que fueron los evadidos quienes llevaron adelante los disparos en Ranchos hiriendo a dos jóvenes policías que no sabían cómo actuar ante este hecho, cuando ni siquiera se puede ver la patente del auto en las imágenes que se muestran del hecho, así como tampoco ninguno de los involucrados pudo dejar por sentado que quienes manejaban la camioneta eran los hermanos Lanatta o Schillaci, y los rostros de quienes disparan no se ven en ningún momento.

Cualquier persona pensante, más delincuentes de las características de los fugados, saben que permanecer juntos tras la evasión, aumenta los peligros de que los encuentren, por lo que para muchos investigadores se deduce que los mismos deben estar separados y que cada uno ha ido por un camino diferente para desorientar aún más a las autoridades, que en vez de actuar en consonancia, ejecutan una pantomima de un megaoperativo que no parece ver a un elefante en un bazar.

Con los recursos económicos y políticos que los fugados supieron cosechar, es por demás incomprensible que anden por las casas de familiares o amigos pidiendo dinero o buscando autos, cuando se estima que para hacer semejante huida es porque cuentan con  una logística amplia que les permita emprender un rápido escape para estar a salvaguardo en un lugar recóndito de la Argentina o directamente ya estén fuera del país y todo lo que se ve sea un montaje para emparentar acción sobre algo que tiene unos ribetes de corrupción pocas veces visto en el sistema penal. Es así que son muchas las voces de que los fugados se podrían encontrar fuera del país mirando todo este entramado por la televisión.

Es también poco plausible que los fugados no hayan modificado su aspecto y se paseen impunemente por los lugares donde hicieron su vida desde jóvenes sin que las autoridades hayan efectuado un rastrilleo comenzando primero por la familia y sus allegados más cercanos. Si no lo hicieron, demostraría la fuerte incapacidad que reina entonces en la conducción de la fuerza policial, incapaz de conducir un megaoperativo como el que se pretende haber implementado.

La calma que se ha querido incorporar desde lo más alto de la jefatura de la Policía Bonaerense, con Pablo Bressi a la cabeza, resulta llamativa, más que nada porque no han podido responder seriamente sobre cómo es que se dio el tiro la policía que estaba en el control vehicular de Ranchos, y sobre cómo criminales tan peligrosos estaban casi sin custodia ni vigilancia en un Penal supuestamente de máxima seguridad.

 

Este hecho deja en evidencia además la terrible pelea que existe al interior de los servicios de inteligencia en nuestro país. Es sabido por todo el mundillo político, que dentro de los servicios hay dos posiciones claras, una es aquella que quería que los detenidos declararan en la causa de la mafia de la Efedrina e incriminaran en el mismo a Aníbal “La Morsa” Fernández, y el otro sector que buscaba aplacar esta denuncia y dejar a la política salvada de estos hechos, porque si caían los funcionarios K, también caerían ellos por acción u omisión de los delitos cometidos.

A lo largo de su estadía en el poder, durante muchos años La Morsa manejó las fuerzas de Seguridad en la Argentina, lo que le hizo ganarse muchos enemigos a su interior, a los cuales les conviene que los Lanatta y Schillaci aparezcan muertos, para de esa manera incriminar más al polémico ex funcionario K. Aunque también hay quienes dicen que al propio Fernández le convendría que los delincuentes aparezcan muertos, ya que de esa manera se libraría de tener que dar explicaciones por su supuesta participación en la mafia de la Efedrina.

Además, puede verse como los servicios de inteligencia en la Argentina se monta siempre sobre el poder de turno, y que una vez que alguien abandonó el poder, se suben al tren del que llega convirtiéndose en adictos y servidores de quienes detentan el manejo político del país.

La poca seriedad con la que se ha venido manejando el caso, evidencia un desacople muy grande entre las fuerzas de seguridad y la política, mostrando una versión totalmente diferente a la que las autoridades estoicamente intentan instalar en la sociedad.

En síntesis, resulta poco serio que hasta la propia gobernadora María Eugenia Vidal no haya salido a dar explicaciones claras y concretas de lo sucedido, y deje que el ministro de Seguridad provincial Cristian Ritondo, cometa los papelones que ha venido haciendo en los últimos días, primero diciendo que los delincuentes estaban cercados y era pronta su detención, para luego decir que se les escabulleron de las manos.

En un país donde un fiscal que denunció a la presidenta de la Nación por haber encubierto el mayor atentado terrorista sobre esta tierra, aparece muerto pocas horas de tener que declarar ante el Congreso de la Nación, cualquier cosa es posible, de allí que las dudas se acrecienten, las certezas sean pocas y la incredulidad social hacia lo que se ve y escucha, sea lo que domine el escenario hoy por hoy.

Falsa alarma provocó un gran operativo en el Parque Pereyra Iraola

Desde la madrugada, las fuerzas de seguridad desplegaron un gran operativo en zona sur y sobrevolaron con dos helicópteros el Parque Pereyra Iraola en busca de los tres prófugos. Sin embargo, luego se conoció la información de que se trató de una falsa alarma. 

La madrugada del domingo estuvo plagada de rumores ya que decenas de policías de a pie, patrulleros y helicópteros recorrieron la inmensidad del Parque Iraola sin resultados. Luego se supo, que una falsa alarma generó un fuerte operativo cerrojo en la zona del Parque Pereyra Iraola.

La policía encabezó múltiples allanamientos en domicilios ubicados en Quilmes, Florencio Varela y Berazatequi vinculados a Víctor Squillaci y los hermanos Lanatta. Según el canal Crónica TV, los prófugos se movilizan a bordo de un automóvil Volkswagen Gol gris, armados y con chalecos antibalas.

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