Murió Carlos Menem

Murió Carlos Menem, el presidente que puso al país patas arriba

Asumió en medio de una profunda crisis económica. Implementó en la Argentina las recetas neoliberales de Washington y el FMI. El indulto a los genocidas, la corrupción y el desempleo son “hitos” de su década en el poder.

El expresidente Carlos Saúl Menem, quien gobernó la Argentina durante una década, murió ayer a los 90 años. Con su deceso se cierra simbólicamente una etapa de la vida nacional caracterizada por la aplicación de un modelo neoliberal que subordinaba la política a la economía, que logró rápidas mejoras de corto plazo pero con un altísimo costo social y que tuvo un breve retorno en los últimos años con la Presidencia de Mauricio Macri.

Menem era senador nacional, pero no pudo participar en el tratamiento de las últimas leyes, como la de la legalización del aborto o del aporte extraordinario de las grandes fortunas; permanecía internado en estado delicado, por una infección urinaria que luego derivó en otras complicaciones y finalmente en su muerte. Sí llegó a ver el fin del macrismo y con él el retorno al poder del kirchnerismo, que terminó de sepultar el proyecto neoliberal.

Nacido en 1930 en el seno de una familia inmigrante sirio libanesa, en Anillaco, La Rioja, estudió Abogacía en Córdoba entre los años 1949 y 1955. En 1966 se casó con Zulema Yoma, con quien tuvo dos hijos, llamados como sus padres: Carlos “Junior” y “Zulemita” (en 1990, con él ya en la Presidencia, protagonizarían una escandalosa separación: él la hizo desalojar de la Quinta de Olivos. Se le atribuyeron muchos romances pero solo reconoció a un hijo extramatrimonial: Carlos Nair, el que tuvo con Martha Meza durante el tiempo que pasó en Formosa detenido por la Dictadura).



Fue gobernador de su provincia natal entre 1973 y 1976. Luego sobrevino la Dictadura, que lo mantuvo detenido en distintos destinos entre 1976 y 1981. Con el retorno de la democracia, volvió a ganar la gobernación riojana, que ocupó de 1983 a 1989.

Ese año, con el país inmerso en una profunda crisis económica y la inflación por las nubes, el presidente Raúl Alfonsín debió llamar a elecciones anticipadas. Menem, que tenía una presencia carismática y llevaba unas frondosas patillas al estilo del caudillo Facundo Quiroga, basó su campaña en la promesa de llevar adelante un programa basado en el “salariazo” y la “revolución productiva”. Ganó las elecciones.

Se inició entonces la década menemista. Porque Menem logró a través de un acuerdo con Alfonsín (el Pacto de Olivos), una reforma de la Constitución Nacional que le permitió ser reelecto en el cargo. Sumando los meses adicionales por el adelantamiento de los comicios, los seis años que duraba el período presidencial antes de dicha reforma y los cuatro años del segundo período, se mantuvo en el sillón de Rivadavia durante casi diez años y medio.

Esa década estuvo signada por hondísimas transformaciones en la economía y en la vida social. El menemato puso al país patas arriba. Olvidando su promesa de campaña, Menem implementó un programa caracterizado por las privatizaciones de empresas estatales y el adelgazamiento de la esfera pública bajo el rótulo de “reforma del Estado”: por la apertura de las importaciones y por una particular política cambiaria de “convertibilidad” que ataba el valor del peso argentino al del dólar estadounidense. Los dos primeros ítems respondían a las recetas de Washington y del Fondo Monetario Internacional (FMI); el “uno a uno”, a las ideas de Domingo Cavallo, ministro de Economía con quien Menem mantuvo una relación de amor-odio.

Poco antes de su reelección, en 1995, las cifras de empleo revelaban el costado más negativo de ese programa: la desocupación llegaba casi al 19%, y se mantendría en niveles muy altos durante muchos años, a la par que crecía la pobreza y cerraban empresas y comercios, incapaces de competir con las cadenas internacionales. La industria nacional quedó gravemente afectada por la apertura indiscriminada.



Además, cada privatización, cada cambio en la estructura del Estado era una oportunidad para un negocio ilícito. La Presidencia de Menem se caracterizó por la recurrencia de escándalos de corrupción en todos los niveles del Estado. Entre los pocos funcionarios que fueron a prisión estuvo María Julia Alsogaray, hija, además, de Álvaro Alsogaray, el histórico dirigente liberal que dio letra y fundamentos a su programa de Gobierno.

Menem también produjo un retroceso respecto de los avances logrados por Alfonsín en materia de Derechos Humanos. Alfonsín había puesto en el banquillo a la Junta Militar que dio el golpe en 1976 y que instauró en el país un plan de represión y terror.

Menem agradeció a los militares por los servicios prestados e indultó a todos los responsables, incluido el emblemático presidente de facto Jorge Videla. Eran los mismos militares que lo habían hecho encarcelar.

Otros hitos de su mandato son los atentados terroristas a la Embajada de Israel, en 1992, y a la mutual judía AMIA, en 1994.

Nunca esclarecidos. También el escándalo por la venta de armas a Ecuador y Croacia; el envío de tropas a la Guerra del Golfo Pérsico; la voladura de la fábrica militar de Río Tercero, por la que estuvo detenido en 2001, y el fin de la conscripción obligatoria tras la muerte del soldado Omar Carrasco, torturado por sus superiores y compañeros.

Ya fuera del poder, en 2001, Carlos Menem se casó con Cecilia Bolocco, ex Miss Mundo. En 2003, con el peronismo dividido, intentó volver a la Presidencia: ganó en primera vuelta, pero desistió antes del balotaje, ante la evidencia de que Néstor Kirchner lo aplastaría. Kirchner debió asumir, entonces, con solo el 22% de los votos, una debilidad que debió sortear en el inicio de su gestión.

El expresidente murió ayer en el sanatorio Los Arcos, donde permaneció internado por dos meses. “Estaba acompañado por toda la familia y se fue agarrado de la mano de mi mamá”, dijo su hija Zulemita.

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