¿Yrigoyen / Perón = Boudou?
EN FOCO
Con total malignidad y sin ningún tipo de escrúpulo, la presidenta Cristina Kirchner ayer buscó manipular lo que representan las dos figuras más importantes en la historia democrática del último siglo en nuestro país, como fueron Hipólito Yrigoyen y Juan Domingo Perón, para tapar el escándalo de corrupción por la compra de la imprenta Ciccone que pone en jaque a su gobierno.
Tanto Yrigoyen como Perón nada tienen que ver con la actual gestión gubernamental. El primero, luego de décadas de luchar contra un régimen político que apeló al fraude para mantenerse en el poder, logró que se instaurara un sistema electoral transparente, a partir del cual la ciudadanía libremente pudo decidir a sus gobernantes. Fue el primer presidente en ser electo por el voto popular debidamente entendido y durante sus dos presidencias defendió a los pequeños y medianos productores, y a vastos sectores sociales que no habían tenido acceso hasta ese momento a las instituciones.
Perón, en tanto, hizo parir la industria nacional, consolidó una clase media constituida principalmente por trabajadores, en un proceso de justicia social que hasta ese momento no tenía comparación en el continente.
Producto de estas transformaciones, los principales referentes históricos del radicalismo y del justicialismo, durante distintas dictaduras militares, sufrieron ataques, proscripciones y todo tipo de atropellos de los intereses que querían mantener el status quo, que se resistían a perder algunos de sus privilegios en beneficio de la comunidad toda.
En ese sentido, querer comparar los padecimientos de estos dos grandes estadistas con el proceso judicial que se le sigue a Boudou, como ayer lo hizo la presidenta, es de una inmoralidad manifiesta. El actual vicepresidente fue imputado y procesado en democracia, gozando de todas las garantías del debido proceso. Durante dos años, en la causa que actualmente tramita en el juzgado de Ariel Lijo, se recolectaron abundantes pruebas y contundentes testimonios que demuestran los lazos comunicantes entre el vicepresidente y los presuntos testaferros que usaron la firma The Old Fund para tomar el control de la imprenta.
Es evidente que la primera mandataria no le suelta la mano a Boudou por la sencilla razón de que tanto ella, como su fallecido marido Néstor Kirchner, cumplieron un rol protagónico en el escándalo. Fueron ellos los que se habrían encargado de dar las órdenes políticas y de avalar todo lo que se hizo con la exCiccone. Por ejemplo, al comienzo, idearon que un grupo de empresarios amigos de la Casa Rosada se quedaran con el negocio y luego -ya fallecido Néstor- Cristina dispuso que se apruebe en tiempo récord en el congreso la expropiación de la imprenta en un claro intento de borrar los dedos marcados del matrimonio presidencial.
No es para nada creíble que un personaje tan elemental como Boudou, que surgió de las entrañas de la Ucedé y que buscó hacer política cantando con voz desafinada y tocando la guitarra en una banda de rock, pudo hacer lo que hizo por cuenta propia.
¿Acaso las autoridades de la AFIP, con Ricardo Echegaray a la cabeza, no otorgaron un escandaloso plan de pagos de 148 cuotas (equivalente a más de 12 años), con una ínfima tasa de interés, para levantar la quiebra de Ciccone? Si Echegaray se mantiene en el cargo, luego de haberse comprobado que montó una estructura dentro del organismo recaudador para apretar a medios, periodistas, artistas y profesionales que cuestionan públicamente al gobierno, es porque evidentemente cumple órdenes de arriba -.su jefa inmediata es Cristina Kirchner- en cada una de sus acciones. Y el caso Ciccone no habría sido la excepción.
Por suerte para el conjunto de los argentinos, a este gobierno sólo le quedan 17 meses. Es cierto que hay sectores de la Justicia donde existen profundos nichos de corrupción. Pero también es cierto que hay jueces y fiscales probos, que hace honor a su función, y que ahora se muestran dispuestos a avanzar en causas que atañen al poder político al percibir que se viene una época de cambio en el país.
No son pocos los funcionarios de la Casa Rosada y de los distintos ministerios que están atemorizados de terminar igual que el expresidente francés Nicolás Sarkozy, que ayer quedó preso por un acto de corrupción cometido durante su gobierno (ver página 10).
Con todas sus imperfecciones, el sistema republicano que rige en nuestro país aún conserva ciertos anticuerpos para defenderse de aquellos que buscan manipular las instituciones en beneficio propio, ya sea para incrementar indebidamente su patrimonio o para mantenerse en el poder indefinidamente. Ahora estamos ante un hecho inédito: por primera vez en democracia, un vicepresidente en ejercicio fue procesado. Esperemos que no sólo quede en eso, y todos aquellos que contribuyeron al saqueo sistemático de nuestro país en la última década, que hicieron que la Argentina desaprovechara condiciones excepcionales para volver al senda del desarrollo, paguen su responsabilidad estando tras las rejas. Que así sea.