Desmantelaron la banda de secuestradores “más grande de la década”

Cayó su último integrante, quien estaba prófugo tras una indagación. Investigaban a sus víctimas durante un año y las retenían en casas alquiladas. Pedían rescates multimillonarios.

Estudiaban la rutina de sus víctimas durante más de un año, alquilaban casas mediante la aplicación Airbnb para mantenerlas cautivas, se comunicaban a través de teléfonos de vieja tecnología para no ser rastreados y realizaban multimillonarios pedidos de rescate. Así operaban los integrantes de la banda de secuestradores “más importante de la década” en la Argentina, cuyo último eslabón prófugo fue capturado la semana pasada.

Fuentes de la investigación informaron que el único integrante de la organización criminal que faltaba ser apresado, Sergio Alejandro Torres, fue localizado y detenido el martes por la Policía Federal en Rosario, a raíz de una serie de intervenciones telefónicas ordenadas por el juez federal de San Nicolás, Carlos Villafuerte Ruzo.

Con ese arresto, son ocho los apresados acusados de integrar una banda de secuestradores que fue desbaratada en diciembre de 2023 y que privó de la libertad a, al menos, tres personas desde 2021.

Empresarios y petroleros

Un vocero con acceso al expediente señaló que “hace mucho no se veía una banda como esta” en cuanto a su profesionalismo a la hora de actuar, debido a que este tipo de delitos disminuyó drásticamente en los últimos años.

“La modalidad era impactante. Realizaban inteligencia de sus víctimas durante más de un año. Es llamativo porque los delitos que se veían habitualmente eran exprés y al voleo”, aseguró el informante. Al respecto, aseguró que los secuestradores seleccionaban detalladamente a las potenciales víctimas, cuyas rutinas estudiaban minuciosamente.

“El perfil de las víctimas eran empresarios y petroleros. Pedían rescates de más de tres millones de dólares”, especificó otro portavoz. El lugar de alojamiento de los cautivos solían ser casas ubicadas en San Nicolás que miembros de la organización alquilaban con meses de anticipación a través de la plataforma Airbnb, de acuerdo a lo determinado en las investigaciones.

Más de 500.000 dólares de rescate

Una vez en cautiverio, los damnificados eran atados de pies y manos en uno de los dormitorios, aunque solo con el fin de mantenerlos inmovilizados y evitar que escaparan, ya que no recibían golpes. El contacto con las familias de los cautivos, tanto para pedir el rescate como para negociar el pago, se realizaba primero por escrito y luego por teléfono.

Los familiares recibían una carta con información detallada de su rutina personal y los secuestradores le brindaban al menos seis celulares de vieja tecnología para comunicarse en distintos momentos con un negociador que interactuaba con la voz distorsionada.

En uno de los casos, en enero de 2023, la banda cobró un rescate de 580.000 dólares a cambio de la ­liberación de un joven de Ramallo que permaneció secuestrado más de 48 horas.

Ese rescate fue cobrado en una estación de servicio de Avellaneda, a través de un sistema de postas establecido por los captores a lo largo de la Ruta 9, donde dejaron un séptimo teléfono para comunicarse durante el final de la negociación.

La organización, para hacer sus tareas de investigación, contaba con una Renault Traffic ploteada como una ambulancia y con varios uniformes policiales falsos.

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