Misterioso crimen de un jubilado en su casa de un country de Pilar

Si bien un médico dijo que se trataba de una muerte natural, la autopsia lo desmintió, la víctima fue estrangulada.

Los investigadores del crimen de Roberto Wolfenson, el jubilado de 71 años, informaron que se creía había fallecido de un infarto, pero una autopsia reveló que estaba estrangulado en su casa de un country de Pilar. Intentan confirmar si recibió visitas el día previo al hallazgo de su cadáver, tal como le anunció a su empleada doméstica.

En su declaración dijo que el hombre, un asesor de empresas dedicadas a sistemas energéticos y experto en la fabricación de baterías de litio, le pidió que limpiara porque iba a recibir “visitas”. Por lo que el fiscal intenta establecer si esa o esas personas que el hombre esperaba realmente llegaron al lugar y si, como se sospecha, fue el o la asesina.

Otro dato que es materia de investigación es una sábana que los pesquisas encontraron ya lavada en el tambor del lavarropas, y que la empleada aseguró que ella no la puso allí.

“Estamos trabajando con los registros de los ingresos y egresos al country de esos días, con las cámaras de seguridad internas y de la entrada y con la línea del celular de la víctima que es lo único que se llevaron”, aseguró una fuente. El viernes fue la última vez que el teléfono del fallecido tuvo actividad.

“Solo se fueron con el celular. Había una caja fuerte con dinero, relojes y elementos de valor al alcance, que no tocaron”, remarcó uno de los detectives, descartando el robo como móvil.

Signos de defensa

En la fiscalía están molestos con el tiempo perdido por la actuación del primer médico policial que fue a la escena y adelantó, al revisar el cuerpo, que para él se trataba de una muerte natural y que Wolfenson había sufrido un infarto, lo que encajaba con sus antecedentes de arritmias e hipertensión.

“Había algo de sangre que el profesional justificó con el infarto, no vio el surco de ahorcadura ni los signos de defensa”, afirmó un portavoz.

En la morgue, otro galeno concluyó que había sido asesinado y que su deceso se dio por asfixia en el marco de una maniobra de “estrangulamiento a lazo” con un elemento compatible con un cordel, cable, soga o hilo muy delgado, que le dejó un surco de ahorcadura y unos cortes sobre la nuca.

En sus manos, también detectó signos de defensa, entre ellos, marcas en los dedos que podrían indicar que luchó para intentar aflojarse el cordel con el que lo estrangularon.

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