Una familia tristemente acostumbrada a los robos

Se trata de un matrimonio que vive en calle 20, entre 59 y 60. En el transcurso de este año, sufrió dos importantes asaltos, uno en enero y otro el pasado jueves. Los investigadores creen que las víctimas fueron “vendidas” y descartan la posibilidad de un robo “al voleo”

Un año para el olvido ha tenido una familia que vive en calle 20 entre 59 y 60, la cual fue víctima de dos violentos robos a comienzos y fines de este 2017. El primero ocurrió una calurosa tarde de enero, mientras que el último fue este jueves, en horas de la noche. En ambos casos, actuaron varios delincuentes armados que maniataron a los presentes y escaparon con una gran cantidad de dinero en efectivo y objetos de valor.

Los investigadores abocados a la causa descartaron rotundamente que los episodios delictivos hayan sido de carácter aleatorio, sobre todo al tener en cuenta que el propietario del inmueble, Carlos Giménez, es dueño de tres estaciones de servicio de la región: una ubicada en San Carlos, otra en Villa Elvira y una tercera en Olmos. Por tal motivo, los pesquisas creen que el sujeto ha sido víctima de un trabajo de inteligencia o que su casa fue “marcada” para la ocasión.

Menor encañonada

El calvario para los Giménez se inició el pasado 14 de enero, alrededor de las 15, cuando la nieta de Carlos, de 8 años de edad, se encontraba jugando en el patio y fue sorprendida por al menos tres asaltantes que ganaron el inmueble tras saltar una medianera. Los implicados la tomaron del cuello y luego le apoyaron un revólver en la cabeza con la finalidad de alertar a la familia. La serenidad de la zona y el hecho de que muchos vecinos se encontraran de vacaciones permitió que los sospechosos actuaran con total tranquilidad.

Los gritos de la menor hicieron que su madre y su abuela se asomaran para ver qué era lo que sucedía. De esta manera, los ladrones lograron reducir a las mujeres. 

La mayor de las damnificadas recibió un culatazo en la cabeza mientras era amenazada de muerte de forma constante por su atacante.

El objetivo era claro, los ladrones habían ido al lugar en busca de un cuantioso botín: 2 millones de pesos que Giménez tenía destinados para el pago a proveedores de gas. La insistencia de los malvivientes en exigir esa cifra despertó las sospechas de que la familia había sido “vendida”. 

Media hora después, los hampones se dieron rápidamente a la fuga con el efectivo, pertenencias de valor y la base de datos de las cámaras de seguridad del domicilio para eliminar todo tipo de rastros, ya que habían trabajado a cara descubierta.

En horas de la noche

Finalmente, el pasado jueves cerca de las 21, un grupo compuesto por cuatro delincuentes volvió a atacar en la misma finca. Esta vez, la víctima principal fue la dueña de casa, quien se encontraba sola. 

Los sospechosos la amenazaron con armas de fuego y le exigieron que les dijera dónde tenía el dinero. Mientras uno de los ladrones se quedó con la mujer vigilándola, el resto de la banda recorrió cada rincón de la propiedad, apoderándose de todo lo que encontraron. 

Con el tiempo apremiándolos, los ladrones se alzaron con una suma de dinero que no trascendió, joyas, ropa y electrodomésticos. Tras el hecho, la mujer tuvo que ser asistida por el personal médico debido a que recibió un corte durante el forcejeo con los maleantes. Afortunadamente, la herida no revistió de gravedad, por lo que no fue necesario su traslado al hospital.

Agentes de la comisaría Quinta, al mando del comisario Carlos Córdoba, iniciaron las actuaciones correspondientes caratuladas como “robo calificado por el empleo de arma de fuego y por ser cometido en poblado y en banda”. Las autoridades abocadas a la investigación, analizan la posibilidad de que se haya tratado de la misma banda que actuó en enero, aunque no descartan ninguna hipótesis.

Noticias Relacionadas