Alergias de verano
Gimnasia perdió 3 a 2 contra Independiente Rivadavia de Mendoza en un inesperado partido en el estadio del Bosque. A 30 años de ganar la Copa Centenario el equipo no pudo festejar con los hinchas.
Como aquel que subestima el aire acondicionado en una calurosa tarde de enero, Gimnasia fue sorprendido ayer por el humilde Independiente Rivadavia de Mendoza.
El equipo de Madelón venía de ganar en Córdoba contra Talleres y su rival de perder local en su primera incursión en Primera contra Independiente. Estaba todo dado para que el Lobo sea protagonista, pero ya en el primer tiempo perdía 2 a 0.
Descuidos en la defensa, nervios y desorden les facilitaron las cosas a los mendocinos, quienes jugaron sin la presión de tener que responderle a más de 20 mil hinchas que fueron a disfrutar de un atardecer con festejos en el Bosque, pero terminaron viendo los goles del equipo de De Paoli.
Independiente Rivadavia ganó el mediocampo por el despliegue de Gastón Gil romero, el exmediocampista de Estudiantes que llegó siempre un paso adelante que Saravia para disputar la pelota.
El Lobo no hizo pie y chocó con Bruno Bianchi cuando intentaba por arriba y con la sólida defensa de los mendocinos cuando quiso abrir la cancha.
Si bien por momentos fue superior, especialmente mostrando credenciales para buscar el partido, careció de eficacia para definir las jugadas que generó y se perdió goles abajo del arco.
En el segundo tiempo, empujado por la necesidad de cambiar un resultado humillante en condición de local, la desesperación y el paso de los minutos llevó a Gimnasia a cometer errores que le terminaron costando el partido.
Esta vez, ni siquiera el arquero Nelson Insfrán pudo salvar a un equipo que ya en el tramo final del partido estaba partido y no marcaba en bloque de mitad de cancha hacia adelante.
Entró muy bien el Pata Castro y De Blasis se puso el equipo al hombro en los momentos más difíciles de la noche. Sin embargo, Lautaro Chávez aportó más alboroto que soluciones cuando entró y Troyansky sigue en deuda con el equipo y con la gente. Por momentos da la impresión que podría ser otro caso como el de Franco Soldano, de un jugador que se destacó en otros equipos, pero que en el Lobo suma más apellido que juego y definiciones.
El Lobo, como aquel que salió desabrigado a caminar por una peatonal de la costa en una noche de verano, se terminó metiendo en un problema y sufrió las consecuencias de no cuidarse y dar por sentado que Independiente iba a ser un peldaño sencillo de subir.
Ahora el equipo enfrentará el sábado a otro Independiente (el de Avellaneda) con la obligación de por lo menos traerse un punto para no entrar en una mala racha en el inicio del mes de febrero, en donde entre otras cosas tendrá el clásico contra Estudiantes en el mismo estadio del Bosque en el que ayer fue derrotado.