POR DANIEL "PROFE" CORDOBA
Difícil de conseguir un estado de forma competitiva
Los recientes y reiterados contagios de Covid-19 pusieron en jaque la preparación de varios equipos del fútbol argentino, que en poco más de 20 días volverán a competir de manera oficial.
Por Daniel “Profe” Córdoba*
uando abandonaba el predio de entrenamiento, fuera en el país que fuera, ya era de noche. Posentrenamiento venía la reunión evaluativa. Una reunión que podía ser colectiva o individual, para ver cómo se entrenó ese día y para definir y preparar materiales, equipos (para los juegos reducidos) y todo lo necesario para que el jugador sienta y vea la organización del trabajo.
Era una hora y media en donde desde el utilero al doctor opinaban y eran escuchados. Inclusive hasta se preveía una posible lluvia y dónde o cómo ir para no perder el día y cumplir los objetivos predeterminados. Así día a día.
Hoy todo ese tiempo pre y posentreno casi no tendría sentido. El coronavirus no perdona y es traicionero.
Es casi un día por día. Tiempo antes había grupos: uno que eran los que están a full y otro con alguna gripe o descompostura (era muy muy raro que tuviéramos algún lesionado).
Hoy ya debemos agregar, a los ya mencionados dos grupos, como mínimo tres más: uno serían los que ya tienen coronavirus; otro los que presentan síntomas posibles de Covid, y un tercero que serían los que ya tuvieron el virus y deben reiniciarse en los esfuerzos, progresivamente.
Es todo un rompecabezas cada día y a quién suscribe le enojaría mucho la impotencia de no saber cómo será… el día de mañana.
Recuerdo mis pretemporadas en Necochea, en enero. Eran de casi un mes, con dos días por semana con cuatro turnos de entrenamientos. Sí, cuatro turnos dos veces por semana y el resto, mínimo dos veces por día. El primer día, doble por la mañana.
Todos nos desestrezábamos. Nos reíamos. Evolucionábamos. Nos fortalecíamos. Entrenábamos casi jugando y paseando.
Allí fue donde se forjó con Osvaldo Juan Zubeldía y Jorge Kistenmacher el real Estudiantes de la gloria.
Salvo al inicio y al final de cada sesión, cuerpo técnico, jugadores y utilería éramos uno solo. Dormíamos en el piso. Entre cucarachas, a veces. Comíamos muy buena comida en su cantina, que aún está junto a los cines,
Todo era paz y amor. Y si faltaba algo, estaba el chalet en ciudad vieja. Nadie iba con auto. Una vez tuve que prestar el mío para que un jugador (experimentado) saliera a resolver cosas personales y privadas, pero nada más. Nos relacionábamos entre planteles. Nos chuceábamos. Todo eso hoy se perdió, y encima la Covid hace que en este 2022 resulte difícil conseguir un estado competitivo en las pretemporadas de los equipos.
* Entrenador de fútbol, profesor de Educación Física y docente de la Universidad, además de periodista deportivo