Djokovic, el hombre récord: ganó Roland Garros y llegó a su título 23 de Grand Slam

Nadie detiene a Novak Djokovic: es demoledor y las nuevas generaciones no pueden todavía con él. Es el hombre del récord de todos los récords. Llegó al título n° 23 en torneos de Grand Slam y sigue reescribiendo la historia una vez más. Sacudió todo, dejó atrás los 22 galardones de Rafael Nadal, como hace rato lo había hecho con Roger Federer (20).

En Roland Garros borró de la cancha al noruego Casper Ruud, a quien le ganó en tres sets al imponerse por 7-6 (1), 6-3 y 7-5 en 3 horas y 13 minutos. El serbio, que cantó orgulloso el himno luego de triunfar en la Phillipe Chatrier, dejó en claro que es una máquina de ganar. Su hambre de gloria parece inagotable. No solo volvió al número 1 del mundo, sino que también se transformó en el primer tenista varón en consagrarse al menos tres veces cada uno de los torneos grandes. En París había salido victorioso en 2016, 2021 y ahora le sumó una tercera vez en el Bois de Boulogne. A los 36 años, todavía le queda hilo en el carretel.

El escandinavo, cuarto del ranking, solo inquietó a Nole en el primer set, pero tras perderlo en el tie break sucumbió a la potencia de su rival. Autor de una temporada irregular, el serbio demostró que en Grand Slam su nivel crece. Para el segundo set, el serbio bajó considerablemente la cantidad de errores no forzados y subió a 88% el porcentaje de puntos con el primer servicio. Además, le propuso al noruego un juego de largos rallys con el objetivo de cansarlo, de debilitarlo, de llamarlo al error no forzado. Con el quiebre en el inicio, el 6-3 lo dejó a las puertas de la gloria.

Para el tercero, Ruud volvió a estar muy sólido desde el servicio, sobre todo al final del set. Pero Djokovic no bajó su performance, siguió utilizando el primer saque como un arma determinante y las devoluciones profundas para incomodar a Casper. En el 5-5, quebró en un 4-0 el saque de Ruud y sólo tuvo que cerrarlo con un buen juego de servicio en un 7-5 justo. Una victoria totalmente merecida. Un título justo e histórico.