Por Juan Pablo Ferrari

Sean eternos los laureles

Lionel Messi llevó a la Selección Argentina a conquistar la Copa del Mundo y desató un festejo interminable en todo el país. En una final agónica, el equipo venció por penales a Francia, luego de empatar 3-3 en un partido que tuvo que ir al tiempo extra. Histórico fin de año para el deporte nacional.

Doha - Catar

Enviados especiales al Mundial

Por Juan Pablo Ferrari

Para Diego, que lo mira desde el cielo. Para Alejandro Sabella, que dejó la vida por la Selección. Argentina es campeón del mundo y el pueblo recibe el mejor regalo de fin de año.

En la semana previa a la Nochebuena, ni al mejor guionista de una película que en el futuro se llamará Lionel Messi se le habría ocurrido este final.

En un país donde el fútbol convoca más personas que cualquier otra cosa, que el deporte se convierte en la salida económica de miles de chicos que nacieron sin recursos y en lugares inhóspitos como Maradona, otra vez el equipo de todos se consagró como el mejor de todo el mundo.

Volvimos a ser potencia en este deporte, en el que Brasil hace 20 años que ni siquiera llega a una final.

Lionel Messi y la Selección espantaron todos los fantasmas, cicatrizaron las heridas del penal de Codesal en Italia 1990; el doping a Diego en Estados Unidos 1994; el gol de Bergkamp en el último minuto en Francia 1998; la frustración del 2002; los penales errados del 2006; la goleada contra Alemania en 2010, y los goles errados de Palacio e Higuaín en 2014.

Con un impresionante 3 a 3 que se definió en los penales, el equipo de Scaloni destronó a Francia y es el mejor del mundo por los próximos cuatro años.

Messi, además, marcó dos goles en una final y logró la Copa que todo el mundo le reclamaba para desterrar la discusión y convertirse en el mejor jugador de la historia.

¿Por qué ganó y se consagró?

Argentina jugó la final como se deben jugar estos partidos: los defensores con dientes apretados, precisión milimétrica para llegar antes a la pelota en las divididas y por sobre todo, una garra inconmensurable.

Los delanteros aportaron la cuota de técnica que tanto caracteriza al fútbol sudamericano, pero adaptado a la táctica y la potencia europea que supieron adquirir Lionel Messi y Ángel Di María. También Alexis Mac Allister y Rodrigo De Paul.

Argentina jugó un primer tiempo perfecto. No dejó atacar al rival y lastimó con la pelota. Tan bien ejecutado estuvo el plan que a los 39 minutos del primer tiempo el entrenador Dechamps tuvo que sacar a Dembélé y Giroud, quienes en la previa eran dos cartas de peligro. Antes que eso, Lionel Messi ejecutó con eficacia un penal que fabricó Ángel Di María, y el propio Fideo había terminado una jugada que se inició con un contragolpe desde el sector derecho y que tuvo la participación de Molina, Messi y Mac Allister, asistiendo al delantero.

En la parte final, la Selección controló las acciones y apenas recién en los últimos 15 minutos Francia pudo complicar. Para ese momento a Scaloni le había faltado cerrar el partido con alguna variante táctica o de nombres (lo reconoció en la conferencia) y Mbappé empató el partido con un penal bien ejecutado y con una definición de tijera que se posicionó como uno de los goles más bonitos del Mundial.

Ya en el tiempo suplementario Francia siguió mejor, pero Argentina se fue recuperando.

Messi volvió a marcar a falta de cinco minutos para el cierre del partido, pero otra vez al equipo de Scaloni se le iba a escapar el triunfo por otro penal que le cobraron a Francia y que nuevamente el 10 ejecutó con firmeza.

Ya en los penales Emiliano Martínez sacó a relucir su temple para desconcentrar a los rivales, además de contener una definición. El resto no falló cuando tuvo que patear y Argentina es campeón del mundo.

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