Un gol de leyenda

Emulando a Enzo Francescoli, Lucas Licht hizo un tanto de aquellos: recuperó en mitad de cancha y conectó con una chilena sensacional para abrir el marcador. El Bochi fue una garantía en defensa y volvió a ser la figura del Lobo

Hay goles que quedan en el recuerdo por la calidad, por la agonía de los triunfos y, también, por la espectacularidad. Lo que hizo Lucas Licht en el Bosque tuvo un poco de todo, pero le aportó una significación especial por lo que se está jugando Gimnasia, lo cual marcó en la retina por la trascendencia misma de la conquista.

Seguramente el hincha contemporáneo del Lobo recordará las conquistas de Guillermo Barros Schelotto a Banfield en el Bosque o a Boca en La Bombonera, como también el que le hizo a Huracán de Corrientes de taco. También se les vendrá a la memoria el de chilena de Marco Pérez al Xeneize, o incluso el de Juan Cuevas en el clásico ante Estudiantes. 

Cada uno de esos tiene un significado especial, pero el de ayer seguramente quedará a la par o por encima, porque sirvió para abrir un marcador en uno de esos compromisos que tanto le cuesta al Mens Sana.

Transcurrían ocho minutos de la primera etapa cuando el Bochi recuperó una pelota en mitad de cancha volviendo de una acción ofensiva; en ella durmió al lateral derecho, le quitó el balón y empezó a amar la contra; abrió para Mendoza, quien fue hasta el fondo llevando la pelota pegada al pie, pisó para adentro y sacó un centro preciso de derecha que encontró, en posición de centrodelantero, a … ¡Licht!

El capitán, con una chilena espectacular con el botín izquierdo, clavó el balón al palo más lejano de un estático Cambiasso, que nada pudo hacer ante el impacto.

Simulando al épico gol de Enzo Francescoli ante Polonia en el recordado 5-4 en 1986, el lateral tripero se vistió de héroe para hacer un tanto que quedará grabado en el mítico escenario de 60 y 118.

El Bochi quedó tendido en el piso para celebrarlo junto a sus compañeros y con ese tanto pasó a ser el segundo goleador del Lobo en la temporada con siete conquistas, una menos que Facundo Pereyra. A su vez, fue el tercero que logró en el torneo Final tras los que le había marcado a Belgrano (de penal) y a Tigre con una exquisita definición en el arco que da a la Avenida 60.

Además de eso, Licht fue la figura por su despliegue, seguridad en defensa y porque siempre es la principal arma de ataque en cuanto a la generación de las acciones se refiere: pasa con criterio y llega con profundidad.

Además del número 25, también fue destacable el sacrificio de Facundo Oreja, que anticipó y cortó infinita cantidad de pelotas en defensa, al mismo tiempo que aportó lo suyo en ataque. A su vez, la labor de Franco Mussis en el mediocampo volvió a ser vital, porque fue una máquina de recuperar, trabar y presionar, mientras que Alvaro Fernández fue otra vez el toque distinto que tuvo el equipo, como la pausa cuando la necesitó.

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