Una ciudad encendida: fiesta en el Bosque y despedida multitudinaria en City Bell
Los hinchas triperos montaron un recibimiento imponente que tiñó de azul y blanco el Juan Carmelo Zerillo.
El clásico volvió a paralizar La Plata y, como cada vez que Gimnasia y Estudiantes se cruzan, la pasión se desbordó tanto dentro como fuera de la cancha. Esta vez, el Bosque fue el escenario del partido, y desde temprano, los hinchas triperos montaron un recibimiento imponente que tiñó de azul y blanco el Juan Carmelo Zerillo. Banderas gigantes, humo, pirotecnia y un clima infernal desde las tribunas marcaron la previa de una jornada que, ganara quien ganara, estuvo cargada de emoción. Minutos antes del arranque, mientras los equipos salían por la manga, el estadio se cubrió de humo azul y blanco. Telones enormes se desplegaron en las populares y en la Platea Néstor Basile, al ritmo de los bombos y los cánticos que no pararon en ningún momento. Afuera, una larga tanda de fuegos artificiales estalló sobre Avenida 60 y 118. De hecho, durante los primeros 20 minutos del partido se siguieron escuchando las bombas de estruendo, encendiendo aún más al público albiazul que buscaba darle una alegría a su gente en condición de local frente al clásico rival de toda la vida. Mientras tanto, a varios kilómetros de allí, en City Bell, los hinchas de Estudiantes también jugaron su partido. Desde media mañana, una multitud se acercó al Country para vivir la previa y despedir al plantel que partió rumbo al Bosque. Entre asado, bombos y banderas, se armó una verdadera fiesta en familia. Cerca de las 13.30, cuando el micro con los jugadores dejó el predio, una marea roja y blanca explotó al ritmo de los fuegos, el aliento y la emoción. Los videos del momento no tardaron en viralizarse: el Pincha también dijo presente con el corazón, pese a no poder estar presente en el estadio.