Unidos en el Mercosur, pero bien enfrentados dentro de una cancha
Por cercanía geográfica, costumbres y un pasado en común, el pueblo uruguayo siempre abrió las puertas a los argentinos.
Las diferencias políticas de otros tiempos ya quedaron atrás y por la avenida 18 de Julio, en pleno centro de Montevideo, ya nadie recuerda el conflicto de las papeleras.
Transitando La Rambla, sobre la costa de un río que se presenta limpio, reposa un edificio histórico. Se trata de la sede del Mercosur, donde suelen juntarse los presidentes de los países de todo el continente para definir la política regional.
Hasta este lugar llegaron algunos hinchas argentinos, quienes, al cruzarse con los uruguayos, intercambiaron apuestas. Julián, un abogado de Morón que decidió viajar con sus hijos, Uriel y Tobías, destacó la presencia del diario Hoy en Montevideo y recordó que siempre recibe un ejemplar en la esquina de 7 y 54. “Por mi profesión, viajo mucho a La Plata. Cuando me toca ir a Tribunales, pido el diario en esa esquina”, contó el hombre.
Un grupo de médicos salteños también aprovechó la tarde de ayer para caminar por las calles de Montevideo. Entre ellos están Martín, Isaías, Eduardo, Andrés y Rodrigo, quienes hicieron un sorteo para definir en qué lugar de la cancha tenían que seguir el partido. Es que estos fanáticos compraron cinco populares hace varios meses y pagaron $900 por cada una. Sin embargo, posteriormente se sumaron tres amigos más a la excursión y, al momento de buscar más entradas, se dieron cuenta de que el valor había subido a 3.000 pesos argentinos. En consecuencia, se inclinaron por comprar tres plateas para ver el duelo desde el sector local con el compromiso de no gritar los goles y limitar el aliento hacia el equipo de Jorge Sampaoli.
Como ellos, Andrés Zerpa viajó desde Chile. Si bien es uruguayo, está radicado en ese país y trajo a su esposa Claudia y a sus hijos, Benjamín e Ignacio, para seguir el partido.
Cerca de las 18, el clima se puso espeso y tuvo su punto de ebullición cuando arrancó el cotejo.
A fin de cuentas, argentinos y uruguayos se dieron un recreo de 90 minutos. Hoy todo volverá a la normalidad: rivales dentro de la cancha, pero unidos en el Mercosur…
Montevideo, qué bien que te veo
Montevideo recibió ayer a la Selección argentina en el marco de un proceso de expansión. En las adyacencias del hotel donde se hospedó el equipo nacional, en la zona de Punta Carretas, las obras públicas y privadas impulsan una imagen de progreso.
La Rambla, una especie de Avenida Costanera de Buenos Aires, cuyas playas son más limpias que las de Argentina, ofrece una serie de alternativas para que la familia pueda pasar el día con el termo lleno y ganas de asolearse.
Como parámetro comparativo, los precios son elevados para el bolsillo de un argentino de clase media. A saber: un combo en una tradicional casa de hamburguesas norteamericana alcanza los 220 pesos, cuando en la Argentina se lo puede conseguir a 180.
A diferencia de nuestro país, los cuidacoches están registrados. Se visten formalmente y mantienen un protocolo que establece una conducta con los conductores. Lo mismo ocurre con las personas que se ganan la vida abriendo y cerrando puertas en la estación de ómnibus o en la parada de los taxis, muchos de los cuales son vehículos último modelo, que cuentan con un sistema de seguridad que impide un contacto físico directo entre el pasajero y el conductor para combatir la delincuencia.
Soleada, libre de humedad y fresca por la brisa del Río, la capital uruguaya se resiste al paso del tiempo.
Como solía recitar el recordado actor Berugo Carámbula, Montevideo, ¡qué bien que te veo!