Entrevista exclusiva

Alejandro Ciancio: “Había que estar a la altura de las circunstancias”

El talentoso realizador estuvo tras las cámaras de la nueva temporada de El marginal, que supo convertirse en uno de los contenidos más vistos a nivel mundial en una plataforma.

El marginal 4, serie protagonizada por Juan Minujín, Nicolás Furtado, Martina Gusmán, Claudio Rissi y Gerardo Romano, además de contar con las incorporaciones de Luis Luque, Rodolfo Ranni, Ariel Staltari y un gran elenco, ya está disponible para disfrute de los fanáticos. La entrega es producida por Underground y Telemundo Streaming Studios, junto a Netflix.

En esta nueva temporada, que continuará con la historia de los personajes después del incendio de San Onofre, que marcó el final de la primera temporada, tiene un intenso primer episodio en donde Juan Minujín, también productor del envío, se expone interpretativamente para lograr la potencia requerida en esta temporada bisagra del relato.

Para conocer más del proyecto, diario Hoy dialogó en exclusiva con Ciancio, quien está en el proyecto desde sus primeros momentos.

—¿Cómo fue reencontrarte con la historia y los personajes?

—Fue un muy lindo desafío. El haber podido ser parte desde la concepción de los guiones abrió muchas posibilidades creativas para volver a introducirme en la historia. Trabajar las líneas dramáticas de los personajes, en conjunto con todo el equipo de guionistas, Omar Quiroga, Nicolás Marina, Andrés Pascaner, Natalia Torres y Gabriel Macías, fue muy enriquecedor en lo personal y creo que para que El marginal 4 tenga un vuelo diferente.

—¿En algún punto da miedo el hecho de que esto se ponga cada vez más grande? ¿Sentís presión?

—Presión no. Sí una gran responsabilidad. Se volvió una serie que tiene muchos fanáticos, que como vos decís, se pone cada vez más grande. Y había que estar a la altura de las circunstancias. En algún punto, y sin buscarlo es lo que esperábamos después de la repercusión que tuvo la primera temporada. En ese momento no sabíamos todo lo que iba a venir, pero después el desafío se fue haciendo más intenso.

—¿Cómo fue ingresar a Puente Viejo?

—Toda una experiencia. Desde las primeras plantas dibujadas, las primeras recorridas por la fábrica, imaginando junto con Sebastián Ortega y Pablo Cullel cada espacio. Soñándola con nuestra directora de arte, Julia Freid, que fue fundamental para darle la dimensión y el vuelo que terminó teniendo. Fue un trabajo muy intenso. No existía nada y de golpe paso el tiempo y estábamos realmente adentro de una cárcel de bloques de hormigón. Aprender y descubrir todas sus posibilidades visuales, fue caminarla muchas veces antes de la obra, durante la obra y una vez finalizada, los cuatro descubriendo y encontrando los espacios de cada personaje. Fue una bocanada de aire fresco, realmente el oxígeno que la historia necesitaba.

—¿Qué beneficios trae el hecho que sea una locación propia?

—A nivel de producción muchos. Y artísticamente también. Funcionó como un gran estudio de grabación, pero con el sentido de verdad que solo una locación real puede brindar. Para el elenco fue fundamental. Acostumbrados a San Onofre (la excárcel de Caseros) poder brindarles un lugar real y verosímil los ayudo mucho para entrar en clima. Poco a poco fue tomando vida y haciéndose presente Puente Viejo. Le fuimos encontrando su personalidad, aquellas cosas, puntos de vista que la vuelven única. Tan única, que ya dejó de existir.

—¿Cómo fue tener a Juan, de nuevo, como protagonista, pero también como productor?

—Juan Minujín es un placer en el rol que toque compartir. Una gran persona, compañero de ley, el líder que necesitábamos, tiene tantos matices como actor y un nivel de compromiso y responsabilidad que son admirables. Como productor, lo interesante fue poder desandar desde los libros el camino de Pastor. Cómo iba a interactuar y como serían sus vínculos. Desde qué lugar estaba parado el personaje y definir claramente su motivación. Al mismo tiempo es un artista con muchísima experiencia en el medio y eso siempre es importante al momento de trabajar con un actor que al mismo tiempo se desenvuelve como productor.

—¿Cuál fue, sin spoilear para los que aún no le dieron play a la temporada, la escena más complicada de rodar?

—Te diría que hay varias, pero si me tengo que quedar con alguna de la temporada 4, serían dos. El final y un momento fundamental en la vida de Bardo, el personaje que encara Ariel Staltari.

—En el primer episodio hay un alto nivel de intimidad con Miguel, ¿cómo fue el proceso de rodaje?

—Fue un proceso muy lindo y enriquecedor. Creo que con Juan logramos vincularnos y entender profundamente lo que estaba viviendo Miguel. Lo conversamos mucho, y se le puso mucho el cuerpo. Sobre todo, Juan. Lo que se brinda corporalmente es increíble. Había una necesidad de poder estar sintiendo con la cámara lo que internamente le sucede al personaje. Fueron varias jornadas de rodaje. Lo interesante fue poder contar con el tiempo para llevarlo adelante, no solo en el rodaje, sino también en edición, que narrativamente, el personaje tuviese su tiempo de la historia para poder establecerlo nuevamente dentro del mundo marginal.

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