entrevista

Ana Garibaldi: “Actuar el amor no correspondido es superplacentero”

Con una vasta trayectoria en teatro, cine y televisión, la actriz se sube al escenario para encarnar un personaje clave en el clásico de Jean Cocteau.

Los padres terribles, de Jean Cocteau, bajo versión y dirección de Daniel Veronese, sube al escenario de Caras y Caretas (Buenos Aires) con un elenco encabezado por Luis ­Ziembrowski, Ana Katz, Sofía Gala Castiglione, Maz Suen y Ana Garibaldi. Justamente con esta última hablamos sobre su personaje, carrera, orígenes y mucho más.

—¿Cómo llegás al proyecto y qué es lo que más te gusta de tu personaje?

—Llegué directamente por Daniel porque ya trabajé varias veces con él, empezamos a ensayar, y a mí me encanta ser Leo, ¿qué te puedo decir? No sé si voy a ser muy subjetiva, Leo es muy intrigante para mí y creo que para todos. En un momento decíamos: “Bueno, la madre hace las cosas que hace por esto, esto y esto”; decíamos: “El padre hace las cosas”, teníamos claro por qué hacían las cosas cada vez, cuáles eran los objetivos de los personajes y por qué hacían lo que hacían, y el lío, viste, es muy raro. Me parece que me encanta esta idea de esta mujer solterona que lo que quiere es nada, amar a alguien, no es correspondida. Actuar el amor no correspondido es superplacentero, porque todos pasamos por ese lugar en algún momento y conocemos de qué se trata, y además estas formas de amar que te hacen replantear un poco cómo uno ama también, o cómo fue amado o cómo es amado.

—Hay algo de la apuesta que es muy lindo también que tiene que ver con lo natural que se muestra esa cotidianeidad entre ellos. En otras puestas habían apostado por ahí a la exageración con el vestuario. Acá es todo como muy natural y me parece que eso también la hace más verosímil, más allá de que la obra tiene esta reflexión sobre el amor...

—A Dani le gusta trabajar esto todo “con la verdad”, y con la verdad que uno como actor o como humano tiene, porque primero uno es un ser humano, pero como actor o como actriz lleva al momento del ensayo. A él le interesa contar cosas en donde la gente pueda identificarse o reflexionar, pero no a priori, sino como que le va empezando a pasar mientras estamos ensayando, viste, como que empiezan a pasar cosas y él dice, ah, esto es buenísimo, porque a él le empieza a pasar algo como persona mirando, digamos. Y creo que él tiene ganas de transmitir eso y creo que la forma que encuentra es tratando de encontrar la cosa menos teatrosa, que hay veces que eso se necesita en el teatro, pero en estos casos, para lo que Dani quiere transmitir, me parece que es una decisión bárbara esto de que todo sea bastante ascético, hemos hecho, en realidad él busca mucho esas obras, hemos hecho obras con el vestuario de la calle y entrábamos, tomábamos un café antes de la función y cada uno venía como quería. Creo que había un solo color prohibido que él decía porque no le gustaba, no sé qué pasaba con ese color, creo que era el verde, no sé qué pasaba con eso, pero después podía decir como quería. Entonces había algo del vestuario, no por desmerecer el laburo del vestuario, sino por algo de...

—Elección...

—Exactamente, y lo mismo en la escenografía, acá la hizo Rodrigo González Garrillo, que entendía también lo que quería Daniel, como algo en donde no se necesite más que lo que se necesita, algo donde sentarse, algo donde acomodarse, y no sé, una alfombrita que acomodar en algún momento. Que no haya de más. Él busca la cosa verdadera siempre entre comillas, porque uno está actuando pero buscar como esas sensaciones que uno tiene emocionales para poder transmitir. A él no le interesa que un actor haga que llore, si no llorás no llores, pero no le interesa hacer “como que”, quiere que suceda algo ahí.

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