entrevista

Andrea Frigerio: “El cine es importante para mostrarnos cómo viven otros”

La multifacética figura se prepara para estrenar dos series y una nueva película junto a Guillermo Francella en los cines.

Dueña de una vasta carrera en diferentes roles, en los últimos años Andrea Frigerio ha consolidado su faceta como actriz. Al estreno de la segunda temporada de Limbo también se le sumará la presentación de La extorsión, junto a Guillermo Francella. Hablamos con Frigerio para saber más detalles de sus roles y decisiones.

—El Festival Internacional de Cine de las Alturas te convocó para ser parte de los ya célebres Diálogos de Alturas, ¿cómo recibiste la invitación?

—Hace unos años, cuando estrenamos El ciudadano ilustre, me invitaron a venir al festival y por cuestiones de trabajo no pude venir, me quedé con las ganas, y cuando recibí la invitación, por supuesto, traté por todos los medios de venir y hacerme un hueco en la agenda, incluso fui unos días antes a festejar mi cumpleaños, el 30 de agosto yo cumplo años, y fuimos con mi marido y mi hija, la más chica, y decidimos irnos a la Quebrada directamente, bajarnos del avión e irnos a la Quebrada. La primera noche la pasé en Purnamarca, justo al otro día era mi cumpleaños, y tuve la suerte de vivir la fiesta patronal, Santa Rosa, que es el día de mi cumpleaños.

Así que ya arranqué un año solar especial, porque empezar el año a 3.000 metros de altura, o no sé, 2.000 y pico metros de altura, en un lugar donde ya es una fiesta de por sí, celebrar la fiesta de la Pachamama y vivir, que me enseñen todas estas ceremonias que yo desconocía completamente, porque nosotros los porteños no sabemos absolutamente nada. Estamos en otra, muy diferente, pero bueno, esto es lo que nos da la oportunidad de conocer otras realidades, otros mundos, otra gente, y de ahí nos fuimos a Tilcara, y en Tilcara lo llamé a Gastón Duprat, que es el director de El ciudadano ilustre y Mi obra maestra, que está conectada inmediatamente también, película que también hice yo, pero a mí me tocó la parte de Buenos Aires y Brasil, no me tocó venir al Hornocal, que es donde termina la película con Guille Francella y Beto Brandoni, los dos sentaditos, que es una vista que parece de otro planeta. Entonces lo llamé y le pregunté dónde era. Y me dijo: “Mirá, es muy alto, son 4.000 y pico de metros, ¿te la vas a bancar?”. “No me conocés”, le respondí, y entendió que sí, me la iba a bancar.

—¿Cómo vas seleccionando los papeles y proyectos?

—Mirá, te voy a decir, yo siempre, en mi carrera, tuve como medio un no fácil, siempre.

—Al revés…

—Sí, siempre me costó mucho decirlo, porque es tiempo que uno pasa de su vida con gente que a lo mejor no conoce. Siempre estuve como bastante selectiva, sin embargo con el cine me pasa todo lo contrario. Amo a la gente de cine, los de adelante y los de atrás, la cofradía que se arma en el cine, entonces me resulta muy difícil decir que no. Y he tenido mucha suerte, porque ni bien empecé con el cine, mi primera película fue El ciudadano ilustre, había hecho unas chiquititas antes, pero como protagonista la primera fue esa, y después hice Rojo con Benjamín Naishtat, y después Desearás, que fue una película para mí maravillosa, que tuvo como críticas un poquito antagónicas, pero para mí es una película que se va a valorar en el futuro. De culto en el futuro, obvio. Bueno, hay otras más, digamos de comedia, y la verdad es que me cuesta mucho decir que no cuando me llaman. Obvio que recibo guiones a patadas, y a veces no puedo hacerlo porque se me superpone.

—Con otros proyectos, claro…

—Pero en general me cuesta mucho decir que no, me gusta, me gusta porque ¿qué sería de nosotros sin el cine, no?

—Claro.

—Porque, no sé, cada uno vive como en su entorno, en su ombligo, mirándose al ombligo, o sea, por más que conozcas mucha gente y viajes, uno nunca alcanza para conocer las realidades de todo el mundo. Entonces el cine es tan importante para mostrarnos cómo viven otros, qué les pasa a otros.

—Hablamos de cine, pero recientemente estuviste en Limbo, de Star+, que ya tiene, además, una segunda temporada por estrenar. ¿Qué fue lo que más te atrajo del personaje?

—Mi personaje... Lucrecia es un personaje, muy enigmático y en el primer capítulo simplemente aparece como una señora que está en las sombras. El personaje de Clara Lago, Sofía, pregunta constantemente por ella, pero no hay respuesta. Y después se va develando ese misterio. Respecto a mi personaje, como sabrás, los actores no juzgamos a nuestros personajes, pero sí los construimos minuciosamente en mi caso. Lucrecia es una persona que tiene algunos puntos en común con Andrea Frigerio, pero muy pocos.

En realidad, Lucrecia es una mujer enamorada de su soledad, una mujer que se propuso desde muy joven triunfar, conseguir sus objetivos y dejando de lado su cuestión personal, digamos, sus objetivos personales. Y así se la va descubriendo y develando a lo largo de toda la serie. Y creo que es un personaje que viene a mostrarle, al personaje de Sofía, de Clara, viene a mostrarle lo que es ser una mujer independiente, omnipotente y que supo abrirse camino en un mundo de hombres y está enamorada de eso que consiguió.

—¿Cómo se prepara un personaje para una serie? ¿Es más cercano al cine, más cercano a la televisión? ¿Es algo completamente diferente?

—Si tengo que decir qué diferencia siento yo al construir un personaje en la televisión, en el cine y las series, que para mí es igual o en el teatro, te puedo decir que en la televisión hay más espontaneidad, se juega más como una cosa, no quiero decir improvisada porque no lo es, pero sí hay otros tiempos, todo corre más rápido. En el cine y en las series el personaje tiene más tiempo para ocupar tu cuerpo, digamos que tu instrumento esté más trabajado, más afinado. Y en el teatro no hay toma dos, así que uno tiene que ir al escenario y encomendarse a los santos que te ayuden a poder incorporarte en ese personaje.

En el caso de Lucrecia, como en todos mis personajes, yo los construyo desde la parada, empiezo por los pies. Para mí es cómo se para frente a la vida. No es lo mismo un personaje que tiene una actitud de desafío frente a la vida, un personaje que está con miedo o que no se ve muy bien que le espera, según la historia que uno va contando. Entonces, esta es mi primera postura frente al personaje. Yo recibo un guion, lo leo, trato de interpretar lo que le pasa al personaje, de qué va, y enseguida empiezo a construir desde abajo hacia arriba la parada, la postura, y eso ya me modifica. Yo tengo mucho trabajo con mi cuerpo, he hecho muchas cosas para aprender cómo usar mi cuerpo, mi instrumento. Ya la parada me modifica la voz, me modifica la mirada, mi horizonte, la forma de hablarle al otro, y ya después incorporo los otros personajes en relación con lo que le pasa a, en este caso, Lucrecia.

—¿Sos de juzgar a los personajes?

—Para nada, no, para nada. Para mí un personaje es primero la posibilidad de vivir la vida de otra persona, que es lo más lindo que nos pasa a los actores, que no le pasa al resto de la gente, que tienen una sola vida. Yo siento que tenemos muchas vidas, tantas vidas como personajes. Entonces, ni lo juzgo, ni lo trato de traerlo a mí, al contrario. Trato de que Andrea y su circunstancia sea una hoja en blanco cada vez que recibo un personaje.

La conexión con Clara Lago en Limbo y el recuerdo de su madre

En Limbo, serie de Star+, Andrea Frigerio interactúa en la mayor parte de las escenas con el personaje de Clara Lago. Por acá cuenta detalles del vínculo con ella y, tras participar de la última edición del Festival Internacional de Cine de las Alturas (Jujuy) recuerda el impacto de la película de apertura y la memoria de su madre.

—¿Cómo fue la conexión con Clara? Porque ustedes tienen escenas claves…

—Yo tuve contacto con Clara Lago, no con las Claras que se van a ver durante toda la serie, y con Clara persona hicimos una amistad, es una persona muy encantadora, superprofesional y muy amorosa, muy cariñosa. Mi personaje, Lucrecia, interactúa el 90% del tiempo con el personaje de Clara, con Sofía, y viene a mostrarle un aspecto de la vida, digamos, ¿qué es lo que puede llegar a ser una mujer si se propone un objetivo? La idea de Lucrecia es casi pasarle una posta, empoderarla, decirle que ella puede, que ella tiene todo para lograrlo. Y le muestra la mujer profesional, la mujer que consigue sus metas, sus objetivos. Los otros personajes están más al servicio de su parte humana. Lucrecia no. Lucrecia le muestra el empoderamiento, que es uno de los ítems fuertes de Limbo, el empoderamiento femenino.

—Estuviste presente en el último Festival de Cine de las Alturas…

—Sí, y haber sido parte como espectadora de La pantalla andina, de Carmina Belaguer, fue increíble, porque me encantó. Yo soy hija de una maestra rural, así que todo lo que cuenten sobre la vocación pedagógica y el sacrificio para poder entregar esa vocación a otros, eso a mí me conmueve especialmente porque supe cómo fue la vida de mi madre y la viví a la par. Ella vivía en Capital y se iba como podía a dedo, ya la conocían, los de los colectivos la llevaban, o en tren, donde sea, se iba hasta Del Viso, en ese momento no estaba ni la Panamericana, y bueno, empezó con un vagón de tren, entonces todo esto que contaban en la película me emocionó.

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