ENTREVISTA EXCLUSIVA

Ariel Winograd: “Confío mucho en la película”

Así se refirió el director a su nuevo filme, que cuenta con un gran elenco. En 2020 tuvo la película más taquillera, El robo del siglo, con más de dos millones de espectadores en salas, antes de que se cerraran por la pandemia.

Luego del éxito de El robo del siglo, Ariel Winograd estrena el jueves Hoy se arregla el mundo, protagonizada por Leonardo Sbaraglia, Benjamín Otero y Charo López, con participaciones de Natalia Oreiro, Soledad Silveyra, Luis Luque y Martín Piroyansky, entre otros. Diario Hoy dialogó con Winograd para conocer detalles de la película, que narra cómo el Griego (Sbaraglia) y su hijo Benito (Otero) deberán conectarse tras una tragedia.

—La película estuvo varias veces por estrenarse, pero la pandemia detuvo el lanzamiento. Ahora que finalmente llega a las salas, ¿qué sensaciones te genera?

—Esperemos, nunca se sabe, no sé a qué nos va a llevar este aumento de casos; pero todo apunta a que finalmente se va a estrenar y estamos trabajando fuertemente para eso. La sensación que tengo es que ya es una necesidad emocional el estreno. Se iba a presentar, se hizo una avant premiere en Semana Santa, después se frenó. Así que estrenar, como siempre, en la condición que sea, es de alivio; en el sentido de que la espera, en este caso, vale para que el público tenga la posibilidad, si lo desea, de volver al cine a ver una ­película. Estrenar una película en los cines hoy es casi un acto de resistencia; sin desmerecer a las plataformas, que hacen un gran trabajo, y no entiendo la guerra de cine versus plataformas.

—La vuelta al cine tiene que ir también con una reeducación de los espectadores...

—Claro, nos olvidamos la sensación de ir al cine a ver películas en pantallas grandes, y nos acostumbramos a ver películas en pantallas más chicas, que ahora también son grandes. Pero la experiencia de presenciar en el cine las películas, donde todo es más grande que vos, la sensación de reírte y conectar con extraños, y aun así compartiendo, se perdió el hábito, y no lo digo como cuando fue el paso del 35 al video, entendiendo el contexto y el cambio cultural y humano de nuestras costumbres muy fuertes. El teatro volvió con mucha fuerza, por ejemplo, pero el cine aún no lo logró. Es de a poco esto. Tardaron más en abrir los cines, los aforos; y esperamos que en vacaciones, que es un momento ideal para las películas, la gente vuelva.

—Vos además tenés la experiencia de estrenar El robo del siglo, prepandemia, en una misma fecha o parecida...

—Fue exactamente la misma, naturalmente verano y vacaciones de invierno tradicionalmente eran los momentos de mayor afluencia de público a las salas, pero esto también se modificó. Estrenando en esta fecha estamos proponiendo ir al cine a ver una película para toda la familia, y por eso estaremos acompañando el estreno en Buenos Aires y en plazas donde la gente está de vacaciones.

—En Argentina no se explora tanto este tipo de comedia más madura, con un actor que no transita frecuentemente la comedia, ¿te interesaba eso?

—Y además Leo tiene muchos trabajos en España en esta línea, que él inclusive me los compartió, y descubrí un comediante puro. Me parece que acá la comedia se mezcla con un nivel de sensibilidad que transmite el personaje, más allá de la tragedia tremenda que atraviesa, casi un culebrón a nivel trama; con un disparador que genera luego, en vez de una road movie, una road father, que tiene algo de Luna de papel, de Peter Bogdanovich, y algo de buddy movie, de dos diferentes que no se bancan pero que tienen que estar juntos para lograr el objetivo. Eso también la diferencia de Sin hijos y Mamá se fue de viaje.

—Hablamos de Leo, pero otro gran protagonista, con un trabajo descomunal, es Benjamín. ¿Cómo fuiste con él en el set?

—Benja tiene algo, y ahí hay un gran trabajo de María Laura Berch. Al seleccionar al niño hay algo que funcionaba, más allá de lo que uno pueda hacer después. Benja estaba paradísimo y con unos pensamientos de adulto; y su look nos servía, un poco frío, un chico solitario que debía tomar decisiones de adulto. Su rostro es impactante en pantalla, tiene mucha presencia. Y el trabajo con él, que teníamos, por muy buenas leyes laborales de niños; era de entre tres o cuatro horas por día, y luego era todo en referencia a él, pero sin que estuviera. Benja está en el 80 por ciento de las escenas, por lo que debíamos armar una logística muy bien pensada para terminar todo. En otras experiencias, con María Laura, también trabajábamos ­previamente para que haya acercamiento entre los intérpretes, pero acá nos focalizamos en separarlos para que trabajen esa falta de contacto o relación en la vida real. Todo preparado, además, para que el final se rodara al final.

—¿Expectativas por el estreno? ¿Tenías ganas de cerrar el ciclo?

—Quiero que se estrene, confío mucho en la película; y si el público la elige, va a pasar un lindo rato. Es un muy buen plan de verano ir a verla al cine, tiene todos los aditamentos para pasarla bien; y a mí me pasa, que no es algo seguido, por alguna razón, al llegar al final, me ponía a llorar. Le veo mucha verdad a la película.

—Hay algo distinto, que no estaba presente en tus obras anteriores...

—Cuando me ofrecieron este guion, al leerlo, sabía que era distinto. Incluso me lo habían ofrecido antes de hacer El robo del siglo, y supe que no era una película que me iba a ser fácil rodarla. Eso es lo que más me interesó, salir de la zona de confort, como el protagonista. Vengo de hacer películas que al público les gusta, que funcionan en la taquilla, por suerte; y, en ese sentido, buscar otros climas para contar es algo que siempre me interesa. Me interesa seguir aprendiendo, y creo que de eso se trata, de desafiarse, de buscar, de no hacer siempre lo mismo, que me haga pensar más.

Una trilogía diferente

—Se da algo curioso, además, con tus propuestas. No pudiste, por ejemplo, estrenar antes Hoy se arregla el mundo, pero sí a salas y online llegaron varias propuestas de remakes de tus películas. ¿Cómo ves esto?

—Sí, se estrenan; y además, por ejemplo, hicieron como una franquicia de Mamá se fue de viaje. Y ahí no tengo mucho que ver, lamentablemente lo digo, ¿eh? (risas). Tengo el premio consuelo de que se siguen haciendo. Me parece divertido, y en un punto parece joda. Mamá se fue de viaje visita a Papá Noel parece un capítulo de Los Simpsons; y si funciona es buenísimo, y me enorgullece haber creado, o haber sido parte de la creación de un concepto que se replica en varios países del mundo, y en donde uno aportó un granito de arena. Me emociona mucho estrenar Hoy se arregla el mundo, porque emocionalmente está enmarcada dentro de una trilogía que no lo es, con Sin hijos y Mamá se fue de viaje y Hoy se arregla el mundo; de hablar de ciertas paternidades disfuncionales, y qué es ser padres, y cada una con un tono diferente. Acá estamos ante una película con un tono más comedia indie americana, este dramedy que trabaja con el climax al final y un tono de trama más serio a lo largo del relato que me interesaba explorar para no hacer de nuevo lo mismo de Mamá se fue de viaje. Era una necesidad, no de que me muero, y deseo de incomodarme y desafiarme, tocando teclas de diferentes tonos de hacer comedia. Para mí esta película tiene un corazón y un tono centrado en las actuaciones de Leo y Benjamín. Poder trabajar con Leo, que hace tiempo queríamos hacerlo, y encontrarme con un tipo que maneja la comedia de una buena manera y que en Argentina no lo había trabajado. Cuando apareció este proyecto, Leo le impregnaba capas de sensibilidad que hacía que yo volviera a casa muy sensible del rodaje.

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