“Barreda es un símbolo potente y peligroso”

Así lo aseguró Horacio Rafart, protagonista de la obra Eran ellas o yo..., que retoma uno de los femicidios más famosos del país y se presentará esta noche en la ciudad

Yo vi los cuerpos. Era noviembre de 1992, a las tres de la tarde. Viajaba en un taxi por diagonal 74 y 11 y desde la ventanilla vi mucha gente, policías y ambulancias. Justo en ese momento se llevaban los cuerpos de las dos hijas, la esposa y la suegra, cubiertos con sábanas blancas”. Esto recordó Horacio Rafart, actor de Eran ellas o yo…, la pieza teatral que aborda la historia del femicidio más famoso de La Plata y se presentará esta noche a las 22 en 58 entre 4 y 5. “Barreda es más platense que el Lobo y el Pincha”, reconoció el intérprete.

Rafart visitó la redacción de diario Hoy y charló de la obra que protagoniza, de los encuentros que mantuvo con el femicida y planteó algunos de los interrogantes que pretende generar con este espectáculo, interpelando a una sociedad que “se desgarra las vestiduras por el Ni una menos, pero sigue siendo ambigua con Barreda”.

“Hay mucha hipocresía”

“Esta obra es muy platense, y muy argentina, lo que sucedió podría haber pasado en cualquier parte del país. Por eso, con este trabajo buscamos que Barreda sea un puntapié inicial para entender por qué hubo un caso así, que la mitad de la sociedad   aplaudió y la otra mitad repudió. Hay mucha hipocresía”, dijo el actor. Además, recordó que cuando el odontólogo condenado salía de la cárcel para rendir materias a la Facultad de Derecho de la UNLP “lo aplaudían pibes que tenían la edad de sus hijas asesinadas y que hoy son abogados”.

Rafart realizó un profundo trabajo de investigación en bibliotecas y con material de archivo, y se sorprendió con lo que encontró. “Los titulares de la época eran tremendos como De tranquilo odontólogo a Terminator. El caso manejó nuestro humor, nuestros chistes, nuestro merchandising. Hasta hoy se venden remeras y tazas con sus frases”, señaló.

La puesta en escena de Eran ellas o yo… es sencilla, cuenta con pocos elementos. Las víctimas son representadas con muñecas despintadas, despersonalizadas, porque según el protagonista “siempre nos planteamos marchas y actividades por las víctimas, pero acá la gente ni recuerda quiénes fueron, ni sus nombres, pero sí recuerdan bien al asesino, que se convirtió en ídolo después de matar a cuatro mujeres. Es un símbolo potente y peligroso”.

El encuentro

En su investigación, Rafart descubrió que las historias que rodean el caso no se sostienen en las fuentes y los archivos. Nunca fue probado el maltrato que el odontólogo dijo que sufría, ni siquiera que lo llamaran “conchita”. Al contrario, con perversión, él sometía a las mujeres de su familia a un trato humillante. “En un momento, Barreda decidió tener amantes, muchas de las cuales eran sus pacientes. Cuando sus hijas estaban en el colegio, él se paseaba por la puerta con alguna jovencita, y todos los compañeros comentaban la situación. La familia vivía todo tipo de humillaciones. Por ejemplo, si decidían ir todas a ver una obra al teatro, el tipo se aparecía en el palco con otra mujer. Esa era la convivencia antes de los asesinatos”, contó el actor, quien ya se reunió dos veces con el odontólogo, de 83 años, en un hospital.

“Había leído una nota que decía que el tipo estaba senil, frágil, olvidadizo. Fui a encontrarme con eso y me choqué con un hombre que tenía la misma mirada de Etchecolatz en los juicios de lesa humanidad. Manejó todos los tiempos de la entrevista, tomándose sus pausas. Me dominó completamente. Usaba palabras justas, terminología precisa”, contó Rafart. Pese a los mitos, así lo describió: un hombre de 83 años que toma whisky y come asado los domingos. “Está bárbaro, tenía bermudas, zapatillas de tenis, medias blancas. Está impecable”, afirmó el artista.

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