De las pasarelas a la pantalla chica, sin escalas

Francisco Andrade, actual músico y actor, tiene un extenso recorrido en el modelaje. Ahora, reparte su tiempo entre los roles en el teatro under y otras interpretaciones televisivas

Con total seguridad, más de un ser humano quedaría pasmado an­te el carisma de este joven. Nacido en Bahía Blanca, Francisco Andrade tiene talen­to, juventud y el ímpetu necesario para enfrentar los riesgos de sus vocaciones artísticas. 

Actor, músico y modelo, su condición multifacética lo condujo a las pasarelas más importantes del mundo y a posar para las publicidades de las primeras marcas de ropa. 

También hizo su paso por los escenarios en El día que se acortó el día, bajo la mirada de Carlos Belloso; en Romeo y Julieta, dirigido por Virginia Lago; y también trabajó en Clímax junto con Miriam Lanzoni. 

En cuanto a la pantalla chica, su último rol tuvo lugar en Educando a Nina, la novela del primetime de Telefe.

—¿Cómo fueron tus inicios a nivel profesional?

—Una tarde, mi hermana me mostró un anuncio de una agencia de modelos y me incentivó a probar suerte, pero yo me rehusaba porque solo quería tocar en mi banda. Ella igualmente man­dó las fotos. Así que finalmente hice mis primeros desfiles para hacer unos mangos, todo empezó un poco sin querer. 

En Bahía Blanca yo estudiaba en el Conservatorio y participé en un taller de teatro. Después de los años, llegué a Buenos Aires y continué mis estudios en actuación con Rául Serrano y otros profesionales del arte. Además, seguí trabajando como modelo en lo de Pancho Dotto. Luego me pasé a otra agencia, que es en la que estoy ahora. En la transición de una a la otra, surgió la chance de ir al exterior. Al terminar la travesía volví al país y comencé a trabajar en televisión. 

—¿Cuál fue el momento clave?

—Un día supe de un casting por casualidad y me colé en la prueba de Champs 12 (telenovela juvenil argentina emitida en 2009). Como no estaba en la lista, les pedí por favor que me dejaran hacer la prueba porque había hecho un largo viaje y quedé para el rol. Trabajé junto a un elenco compuesto por personas que hoy son grandes artistas. También conocí a mi actual representante y eso me ayudó muchísimo. Luego vinieron las participaciones más importantes, como la de Dulce amor y Educando a Nina.

—¿Qué lugar ocupa la moda en tu vida?, ¿y la imagen? 

—No sé si se debe a que empecé a trabajar en el rubro de la actuación, pero la verdad es que no le presto atención. Quizás debería darle mayor importancia por el medio en el que trabajo, pero no me sale.

No me interesa nada que la multitud siga en demasía; desconfío del fanatismo. Trato de no seguir nada ciegamente. Es más, trabajo para despegarme de la imagen, aunque para encontrar­se a uno mismo, es difícil no ver­se a través de los ojos de los otros. Creo que por eso funcionan tanto las redes sociales: nos hacen creer que somos de una determinada manera. Uno, a veces, cree que es como los demás piensan, así que trato de distanciarme de eso y ser consciente de que el universo digital es una herramienta más. Uno debe reconocer lo que tiene, para ser sincero y continuar avanzando.

Noticias Relacionadas