entrevista

Diego Gentile: “Me gusta mucho el desafío”

El talentoso intérprete vive un momento pleno con una obra en cartel y los estrenos de película y series, en los que, curiosamente, viaja al pasado.

Dueño de un carisma y ductilidad únicos, Diego Gentile estrena mañana en salas Bill 79, el regreso del realizador Mariano Galperín a la ficción, en donde interpreta, de manera magistral, a Bill Evans. Con él hablamos en exclusiva a horas del estreno de la película.

—¿Cómo es para un actor actuar en otro idioma? ¿Qué tiene de distinto?

—Lo que te hace es colocarte en una, igual justo en el caso de Marina Bellati y yo hablamos bien inglés, no es que no sea una dificultad de alguien que no hable el idioma, pero sí, lo que tenés que tener es una emocionalidad y una cabeza liviana que la tenés con tu idioma cuando estabas elaborando el equipo, que con otro idioma, por más que lo manejes, hay algo que te es ajeno a tu cotidiano. Me parece que para el personaje y las situaciones venía perfecto, porque había que contarlo sí o sí de esa manera, eran neoyorquinos en Argentina y en la película todo el tiempo hay una cosa idiomática de no entenderse casi metafórica, que está buenísimo lo que hace Galperín con eso. Creo que a mí me ayudaba a colocarme directamente, entre el lookde cómo me montó Alberto Moccia, el vestuario y el idioma había algo que ya estaba construido, no es que tenía que pensar cómo darle una coloratura a esta persona. El personaje a mí me ayudaba a entrar, como cuando la mujer se pone el taco alto y te dice: “Ahí me armó, no sé el idioma, era el taco alto”.

—Te conocemos muy hacia afuera, acá el rol te exigía mucha contención, ¿cómo hiciste?

—Me gusta mucho el desafío. Yo tengo una energía mucho más extrovertida, como si fuera más teatral, y cuando aparecen bailando a los gritos, hay algo que a mí me gusta mucho, estar apretado, que lo que me pide el director sea desaparecer yo, absolutamente. Me zambullo y confío y me gusta hacerlo, lo disfruto. Hay un unipersonal que yo hacía, que escribió Santiago Loza, que se llama Matar cansa, que hice hace muchos años. Aparte del desafío, que era unipersonal, con la energía como de Bill Evans era un tipo fanático de un asesino serial, era un tipo totalmente apagado, y para mí hacer eso en teatro, como hacer a Bill Evans en cine y con este nivel de desaparición de Diego, yo lo disfruto como si estuviera eso, en la Bresh.

—En la película estás igual a Evans...

—Eso fue magia de Moccia, que me dijo: “No te voy a poner un aplique, te voy a teñir, dejate tu barba, tu pelo. Me brushineaba para atrás, y lo construimos con él. Creo absolutamente en la construcción de equipo, uno no es individuo, uno es equipo siempre, y Moccia fue el que me terminó de completar.

—Y ahí hablabas de equipo, está Marina, gente con la que vos has trabajado, ¿eso ayudó también a fortalecer todo? Además, se rodó en pandemia...

—Claro, burbuja total. Mirá, recién nos acordamos, se filmó hace dos años. De hecho, Marina y yo nos dimos las primeras dosis de vacunas a la mañana antes de ir a filmar. Ella estuvo volteada por la vacuna y yo estuve deforme. Hice todas unas escenas con unos anteojos que iban perfectos y que no se nota, pero se me desformó la cara, me agarró una reacción alérgica y estaba zombi. Pero sí, fue todo como esa algarabía de volver a algo vital, de volver a creer que íbamos a poder seguir adelante sanos y vivos y sobreviviendo. Fue como un nidito de amor, aparte de que la historia y la película eran una bomba. Pero a Mariano no lo conocía, el director, su filmografía sí, no lo conocía a él, la conocía a Marina, que era mi otra mitad de la peli, y a Guido Botto Fiora, que es el que hace de uno de mis músicos. Y después conocí a los demás, pero fue todo tan chiquito, lo filmamos en 13 días, entonces había algo de “amorositud” ahí, que íbamos todos de la manito, que no siempre se da tan en equipo. Acá había algo muy de construcción colectiva y equipito, y había que hacer esto en 13 días. La peli recién la vi semana pasada, no la había visto antes, y me pareció que era esa sensación mientras la hacía, que es como un gran viaje iniciático de este personaje, pero para despedirse, es como un camino epifánico hacia la muerte. De hecho, se murió al otro año.

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