Cultura
El Che en el cine
No es extraño que la pantalla grande haya sido seducida por la figura heroica de Ernesto Guevara. Es innumerable la cantidad de obras que se le dedicaron, desde el documental a la ficción.
A los dos años, lo dejan solo cerca del río. Sopla intempestivo el sudeste helado. Cuando se acuerdan de él, ya tiene pulmonía doble. El niño se cura, pero el mal se incrusta en el asma y lo torturará para siempre. Como todo en su vida, registraba la anécdota en su diario, crónica íntima de pensamientos, borradores inconclusos, que aún hoy siguen alimentando la imaginación de muchos cineastas del mundo. Probablemente, porque todos saben que en la vida de Ernesto Guevara siempre hay lugares recónditos por explorar.
A comienzos de 1985, se estrenó el documental Mi hijo el Che, dirigido por el santafesino Fernando Birri, quien fue un artista múltiple –poeta, titiritero, artista plástico– y notable defensor del sueño de un cine crítico, delirante y lumpen. Este documental se realizó en Cuba, donde fundó la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños junto a Fidel Castro, y refleja las dos facetas del Che: la del hombre y la del mito revolucionario, sobre todo a través de los recuerdos y testimonios de sus familiares, empezando por el de su padre, Ernesto Guevara Lynch, quien rescata fotos, cartas, registros antiguos que reafirman la temprana vocación humanista de su hijo, alimentada por su enorme curiosidad hacia todo y todos.
En 1967, el año de su muerte, el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos llevó a cabo un documental sobre Guevara, dirigido por Santiago Álvarez. Casi sesenta años después, los temas tratados no han visto mellada en lo más mínimo su asombrosa vigencia: la liberación de América Latina, la diferencia entre acceder al gobierno y al poder real y qué es lo que constituye a un revolucionario.
En 2004, el director brasilero Walter Salles, con el respaldo de Robert Redford como productor ejecutivo, filmó Diarios de motocicleta, una ambiciosa coproducción internacional que demandó alrededor de cinco años de rodaje y preparación, con técnicos y elenco de Argentina, Brasil, Chile y México. La película intentó ser fiel no tanto a la leyenda de Guevara, sino al espíritu de los diarios de ese par de amigos lanzados a la aventura de lo desconocido, en una suerte de rito de iniciación. El cordobés Alberto Granado (interpretado por Gael García Bernal) tiene 30 años y ya es médico recibido cuando convence al joven Ernesto (Rodrigo de la Serna) y lo sube a su Norton 500, “La Poderosa”, el nombre con el que bautizaron a esa motocicleta que los llevaría por el sur de nuestro continente. Alguna vez, a propósito de aquel inolvidable viaje, el Che escribió: “No es este el relato de hazañas impresionantes, no es tampoco meramente un relato un poco cínico; no quiere serlo, por lo menos. Es un trozo de dos vidas tomadas en un momento en que cursaron juntas un determinado trecho, con identidad de aspiraciones y conjunción de ensueños”.