El incendio del Teatro Argentino, una herida que sigue abierta

Se cumplieron 40 años del fatídico siniestro y Gabriela Climent, exbailarina del Ballet Estable y testigo presencial, recordó uno de los momentos más impactantes en la historia de la ciudad. En diálogo con este medio, relató cómo el mítico espacio resurgió de las cenizas 

Fue un desaparecido más”, desliza uno de los miembros de la Fundación del Teatro Argentino de La Plata sobre el edificio que se inauguró en 1890 y que, luego del incendio que tuvo lugar el 18 de octubre de 1977, fue tirado abajo por los militares. Ayer se cumplió un nuevo aniversario del trágico suceso y se vivió un emotivo acto en el que se mezclaron el pasado, el presente y el futuro de uno de los orgullos máximos de la ciudad. 

Gabriela Climent, médica, vicepresidenta de la Fundación y exbailarina del Ballet Estable, le contó a diario Hoy cómo fue esa tarde de terror: “Fue alrededor de las 13.45. Una de las bailarinas, Leonor Baldassari, quien falleció en 2014, fue la que vio que una de las teletas se había encendido. Nosotros estábamos listos  en los camarines para empezar a ensayar, cuando escuchamos ¡fuego! Pensamos que estaban jugando, se sentían corridas, pero no podíamos creer lo que ocurría. Bajé al escenario y vi en el pasillo, por las puertas vaivén, que salían bocanadas de fuego. Empezamos  a correr hacia la puerta de artistas, que daba a 51, e intentamos escapar, pero se había hecho un viento muy fuerte con cenizas. Quedamos atrapados y hasta que no cayó el techo de la sala no pudimos salir a la calle”. Además, Climent aseguró: “No podíamos creer que se nos había destruido parte de nuestra historia. Hice escuela de danzas, coro de niños,  pisaba la sala desde los siete años. Fue ver destruido mi castillo”.

El tiempo posterior fue de lucha y así lo recordó Gabriela: “Empezamos a hacer funciones con ciudadanos y gente que apoyaba, pe­díamos por favor que no lo derrumbaran, porque el resto del teatro estaba íntegro. Luchamos mucho, pero una vez que lo derrumbaron, empezamos a buscar salas alternativas, éramos una gran familia que luchaba. Todos acá son verdaderos artistas y trabajan con el corazón”. 

En este sentido, la presidenta de la Fundación María Unchalo agregó: “Mucha gente no quería venir cuando se reinauguró, y algunos no han venido todavía. Pero nosotros pensamos que hay que amar al Teatro. La Fundación se creó después del incendio para que surja esto”. Además, se mostró feliz junto a sus compañeros “porque lo están arreglando. Estaba bastante destruido y había filtraciones, ahora vemos que progresa. El año que viene se arreglará la sala principal (Alberto Ginastera), y otra vez estaremos itinerantes, como en esos años. Pero gracias al Colón, al Centro Cultural Kirchner, al Coliseo Podestá, se podrán seguir estrenando obras”.

Luego de unas breves y emotivas palabras sobre la entrada de 51, el coro de niños cantó un Himno a la noche, y así, como el ave fénix, el Teatro Argentino cobró vida y celebró haber renacido nuevamente.

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