entrevista

Eliana Manzo y Emiliano Álvarez cuentan detalles de La lección de anatomía

A 50 años de su estreno, vuelve a la calle Corrientes un clásico que fue versionado en escenarios de todo el mundo. A pesar del tabú y la censura, supo tener un público fiel.

Con funciones de miércoles a domingo en el Multiteatro Comafi de CABA, volvió La lección de anatomía, el clásico de Carlos Mathus que estuvo censurado durante tiempo.

En la nueva versión, protagonizada por Eliana Manzo, Emiliano Álvarez, Luciano Heredia, Verónica Romero, Valentina Cerati y Omar Monti, entre otros, el mensaje se actualiza. Para saber más de la propuesta hablamos con Manzo y Álvarez.

—¿Por qué hay que ir a ver su versión?

—Eliana Manzo: Primero, porque es una obra maestra que celebra hoy los 50 años de su estreno. Creo que es la única obra argentina que puede celebrar sus 50 años. Y si es así, por algo será, ¿no? Como dice el dicho.

—Emiliano Álvarez: Es una obra que trata sobre los vínculos y que está todo el tiempo apelando a lo cotidiano, porque es imposible no empatizar. La gente va y tal vez se lleva siempre la sorpresa de que se siente tocada en algún punto, en algún momento. Eso es lo que hace que la obra tenga tanta trascendencia y haya durado tanto.

—Originalmente estaba la polémica por los cuerpos desnudos, aunque la obra habla de muchísimas cosas. Seguramente habrá algún picarón que vaya a verlos desnudos, pero contame un poco, ¿cómo preparó cada uno el personaje?

—EM: El desnudo tiene que ver con el despojo, no con la genitalidad del desnudo, sino con el estar desnudo en la vida, ¿no? ¿Qué somos? Esto, ¿no? Un cuerpo. Y desde ahí contamos.

Creo que lo maravilloso de la obra es que utiliza una teatralidad, la danza, la poética del lenguaje para contar la simpleza de la vida.

Por ejemplo, Emiliano es un gran bailarín como yo. Tiene que ver con esto, con las artes unidas para hablar de lo simple y la esencia del ser humano.

—EA: Totalmente. En sí, el desnudo está encarado como un nacimiento, el despojarse para volver a nacer, deconstruirse para volver a armarse nuevamente. Creo que es una obra que va al hueso y que es visceral y por eso también llega tanto.

Lo difícil que tiene la obra es que está encarada no de una composición de un personaje en sí, sino de cada uno con sus valores y con la construcción que trae cada uno, para abordar los temas que se tratan en la obra. Entonces, en sí, la composición de un personaje es abrirse como persona para habitar ese momento, en ese contexto, frente a ese punto.

—¿Cómo fueron los ensayos?

—EM: Arduos porque es una obra que te atraviesa, es difícil emocionalmente, y es muy milimétrica con esto que te contaba de la danza. Los ensayos requerían una disposición mental y corporal al cien.

—EA: Ataca muchas áreas al mismo tiempo: lo corporal, lo físico, casi dancístico, tenés que estar muy preparado y afilado, requiere de mucha precisión, desde lo técnico, desde lo emocional, así que fueron arduos, fueron duros los ensayos.

—EM: Mucho equipo, también, por esto que te contaba de la coreografía. En mi caso (que perdí la visión, que no veo), imaginate, el trabajo en equipo es total, porque en el momento en que yo estoy actuando, estoy siendo guiada por mis compañeros, y a su vez, formando parte de esta coreografía milimétrica.

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