Esteban Lamothe: “Soy un galán extraño, porque no soy tan lindo”
El actor de Las Estrellas trae a La Plata su faceta más rockera, como organizador del Rucho Fest. En esta entrevista, reveló que estuvo seis veces preso, que la fama es una fantasía, y que la música siempre lo acompañó en los momentos tristes
El rock lo tengo en la sangre”, dice Esteban Lamothe, y la voz se eriza del otro lado del teléfono. Se entusiasma, se atropella. Habla del festival que organiza este viernes en diagonal 78 entre 8 y 61, el Rucho Fest; y recuerda cuando a él lo apodaban Rucho, tenía 15 años y llevaba a Los Piojos (con su primer disco), Peligrosos Gorriones y Los Brujos a tocar a su pueblo, Ameghino. “Era un delirio, la mayoría eran niños y gauchos que escuchaban, por primera vez, rock”, relata, e insiste: “No estoy exagerando, el 50% de esa gente no había escuchado rock nunca en su vida, a lo sumo a Sandro, en alguna radio FM. Estábamos a un costado de la ruta, los gauchos pasaban y se frenaban a mirar, hasta que cortaron la ruta. Quedaron turulatos”.
Esa experiencia lo marcó. En sus palabras, “fue la gloria”, el legado más grande que pudo dejar. “Eso, y mezclar el trap con el hip-hop”, revela, y se mete de lleno a hablar del proyecto que lo trae a nuestra ciudad: los festivales donde combina distintos estilos y públicos, en un ambiente de encuentro y hermandad que busca romper los prejuicios y la lógica de los espectáculos sectorizados. “Yo tenía miedo, no sabía cómo podía resultar. Pero la de La Plata será la edición número 12, y siempre ha sido un lujo, armonía y amor, mucha excitación. La gente vuelve a ir porque sabe que va a ver grupos que todavía no escuchó, o que va a descubrir bandas nuevas”, confiesa.
Esta exploración lo lleva por caminos sinuosos: “Todavía no llegué al reggaeton, vamos de a poco, pero sí tengo ganas de que en algún Rucho Fest toque Miguel “Conejito” Alejandro, que sea una sorpresa, que aparezca a las cuatro de la mañana en el escenario y la gente delire y disfrute. Hay fiestas bizarras que llevan a gente que tuvo su momento hace muchos años, pero no me gustan, porque el 70% del público se está riendo del artista, porque está viejo o está roto. Yo no quiero que la gente se ría de él, yo quiero que la gente se emocione con él”.
Quien habla no es el galán de Las Estrellas que se mata a besos con Celeste Cid. O sí, porque sabe que vive entre dos mundos, y tiene claro también cuál elige para su vida. “Sí, son palos distintos, yo en el rock me muevo desde que tengo uso de razón. Vi y viví a Los Redonditos de Ricota cuando tocaron en Lanús, en 1992. Aquella vez hubo bardo, tengo la entrada sin cortar de ese recital”. Tiene 40 años y un hijo al que ama con locura, pero sigue siendo ese pibe que entraba en el tumulto a ver al Indio, cuando el músico representaba la contracultura.
Entre recuerdo y anécdota, el actor del momento revela que estuvo preso, “como seis veces”: “Fue por bolud..., porque estaba tomando cerveza en la vereda, o me metía en algunas peleas a la salida del boliche. Te levantaban y te llevaban preso, pasaba mucho en los años 90. Tampoco es que robaba, eran situaciones cuasi infantiles. Lo que sí te puedo decir es que estar en una comisaría es lo peor del mundo. No es que te meten preso y te preguntan qué necesitás, o si estás bien. Primero te empujan, te meten un par de patadas en el cu..., te tiran en el calabozo y después, cuando les da la gana, te sacan de la celda. Ahora ya no me pasa, porque soy famoso, y los policías me piden fotos”.
Reo y galán. Contracultura y fama. Lamothe juega con la ambigüedad y, a cada paso que avanza, sortea los golpes y aprende de sus amigos boxeadores. “La música me acompañó siempre en los momentos tristes y también en las alegrías. Los músicos y los boxeadores me enseñaron mucho al verlos cómo se mueven, cada uno en su escenario. Yo los admiro, son una inspiración, algo para copiar”, asegura. Su voz cruda seduce, y sin embargo suena a tipo común, de barrio, muy lejano de su rol de galán irresistible, con gesto adusto, el macho argentino.
—¿Que aportó el rock a tu vida y a tu trabajo de estrella de TV?
—En la vida me aportó actitud. Además, en el rock hay una desolemnización de la actividad. Tanto en el rock como en el hip-hop, está todo mezclado, la vida y la creación, no hay un momento donde toco y un momento donde vivo. Todo el tiempo estoy creando y todo es material para hacer canciones. Con la actuación trato de pensarlo de esa manera. La actitud me viene bien, yo soy un galán extraño, porque no soy tan lindo como los galanes habituales.
—¿Cómo te llevás con la fama?
—Me hice famoso de grande, y la verdad no me la creo, sigo teniendo mis amigos, no me pasa nada con la televisión. Tampoco me dan ganas de estar con las pibas que me escriben por Instagram, porque quieren estar con el personaje, no me conocen a mí. Es horrible, es espantoso. Son chicas o chicos, no importa, que claramente quieren estar conmigo porque estoy en la tele. Les importa nada quién soy, y está bien, lo entiendo y lo acepto, pero no entro en esa. Creo que la mayoría de la gente quiere ser famosa como una pulsión, como algo natural, para ser querido. Lo que no entienden es que la fama no hace que la gente te quiera. La gente te conoce, pero no te quiere realmente. Hay una fantasía enorme, está tan sobrevalorada la fama que no importa por qué sos famoso. Si sos un tarado que vende bombas, y sos famoso por eso, la gente cree que eso tiene un valor en sí mismo.
Días atrás, Esteban Lamothe fue noticia porque contó que lloraba en el auto. Dice que no entiende por qué llamó la atención. “Es casi discriminador, como si yo por traer un poco de músculos en la novela tuviera que ser un tipo duro que no sufre una separación, que es un garrón, es una de las cosas más tristes que me pasó en la vida”.
Recientemente separado de la actriz Julieta Zylberberg, después de diez años de relación, tiene claras sus prioridades. En un momento interrumpe la entrevista: “¿Qué pasa, amor?”. Es su hijo, que le pide ayuda. Se toma su tiempo y después sigue hablando un poco más. Quiere contar una última anécdota.
Tenía 17 años y se vino del pueblo a la gran ciudad. Estuvo tres meses y se volvió a Ameghino. Fue solo un impasse, las luces de Buenos Aires lo esperaban pero, ¿qué pasó en el medio? “Me asustó la soledad que sentía, acá, con 17 años. Me asustaba que la ciudad sea tan grande, los colectivos, todo. Pero después volví a Capital porque estaba enamorado de mi primera novia, y la extrañaba. Soy muy enamoradizo”, cerró este padre de 40 años, que sigue siendo aquel pibe de 17 al que llamaban Rucho.
Rucho Fest, en “la ciudad más rockera del país”
“Hacer la fiesta o el recital al que me gustaría ir”. De eso se trata la Rucho Fest, un proyecto de Esteban Lamothe y sus hermanos de Cabeza Flotante, banda que sonará en vivo este viernes en diagonal 78 entre 8 y 61, junto a Las Armas Bs. As. y Viedma Tripulación.
La propuesta consiste en mezclar en un mismo festival, hip-hop, rock, indie y pop; y la experiencia cuenta ya con once ediciones anteriores, exitosas, en Capital Federal.
En diálogo con este medio, el actor y organizador de la fiesta, Esteban Lamothe, se mostró entusiasmado por llegar a nuestra ciudad, con la cual tiene un fuerte vínculo. “La idea de traer la fiesta es porque quiero mucho a mis amigos de La Plata, a los chicos de El Mató a un Policía Motorizado (banda que le dedicó un tema), a los de 107 Faunos y a los chicos de Un Planeta. Desembarcar acá, en la ciudad más rockera del país, es un lujo para mí”, señaló el galán.
Además, la fiesta de este viernes será la previa para la edición deluxe que realizarán los hermanos Lamothe el próximo 20 de octubre en El Konex, donde tocarán Bestia Bebé, Mala Junta y Francisca y los Exploradores. Además, este viernes y en cada edición, la fiesta es compartida por la música de reconocidos DJ.