entrevista

Fini Bocchino: “Me crie con el teatro”

La ascendente actriz encarna un rol desafiante que le suma experiencia a su recién iniciada carrera.

Una jirafa en el balcón ya está en los cines con un protagónico absoluto de Andrea Frigerio. Su hija, Fini Bocchino encarna el mismo personaje, Lidia, pero de joven, una mujer con convicciones e ideales que hará lo imposible para cumplir con determinadas metas. Sobre su rol y su presente, hablamos con Bocchino.

—Cuando te llegó la propuesta, ¿qué fue lo primero que se te cruzó la cabeza? Te dicen, bueno, vas a hacer de Lidia, y el personaje lo va a encarnar tu mamá... Sé que hiciste un casting, pero ¿cómo fue un poco toda esa movida?

—Mirá, en principio no lo dudé nunca, porque ya de por sí el guion me encantó, porque me gustaba mucho la historia que se iba a contar. Entonces fue un sí rotundo. Como que más allá de hacer casting y eso... hice casting y Diego Yakir, el director, no lo dudó, en un segundo se dio cuenta que quedaba muy bien. Aparte de que yo era actriz, y me acuerdo de que me dijo esto: necesitaba a alguien que haga de tu mamá joven, y me enteré que Andrea tenía una hija actriz, y dije, ah, listo, es todo perfecto, le gustó el toque y quedó bien porque somos parecidas, solo me tenían que poner un lunar y el pelo más oscuro. Quedó bien. Después, con respecto a mí, fue un sí rotundo porque me gustó mucho el guion y la idea que se iba a plantear y toda la historia.

—Tienen esa escena que es en el bar, ¿no? Nada más juntas…

—Nunca compartimos set. Yo me acuerdo el plano que decís. Ese día estuvimos juntas en set, pero no actuamos juntas, no teníamos una escena juntas, pero es cierto, hubo como unos segundos en el bar en San Telmo.

—¿Qué te pasa al compartir, por ejemplo, esa escena o una película con tu mamá?

—Me encanta. Más que nada, en este caso, por ejemplo, que teníamos que construir un mismo personaje, pero yo joven y ella adulta. Me encantó porque realmente teníamos como que debatir cómo lo vamos a armar, cómo lo vamos a encarnar. Más que nada porque justamente Lidia es una persona que de joven es una y de adulta es otra, completamente diferente. Obviamente que tiene que mantener esa esencia, ese carácter fuerte que tiene, pero es una adulta derrotada, con muchos cuestionamientos, arrepentimientos y un montón de cosas que le pasaron en la vida. Contra una Lidia absolutamente como fuerte, vital, que va para adelante, que tiene un deseo, tiene ideales, está con un equipo, y que está así, casi sesgada, y va por la vida. Entonces fue muy interesante construir eso, esa transformación de cierta manera. Y después me encanta compartir con ella porque tuvimos la suerte, y por naturaleza, de ser las dos actrices. Obviamente yo me crie con ella y era una posibilidad que me suceda, y me sucedió. Somos actrices.

—¿Cuándo supiste que querías ser actriz? Porque podrías haber sido cualquier otra cosa…

—Viste que hay veces que decís, mi mamá es actriz, yo no voy a ir por este lado y, de hecho, me pasaba eso en la vida en algún momento. O sea, a mí me pasó que me crie con el teatro, todo, tengo el olor del teatro en la nariz, y siempre me entrené, siempre hice clases, siempre canté, siempre estuve en el mundo así como del espectáculo y del teatro. Pero después, en la adolescencia, me agarró como una cosa que dije: no quiero, no me quiero exponer, soy más bajo perfil, más introvertida. Pero siempre igual, con este pensamiento, pero siempre estudiando. Porque siempre me gustaba el teatro, si bien lo veía como algo más que no quería, siempre artísticamente me gustó el teatro. Entonces yo me fui a viajar y siempre entrenando, siempre iba a algún que otro seminario, taller, escuela, y lo último que hice, afuera, digamos, en Francia, fue como un intensivo que al terminar, ahí me cayó el afiche, dije: basta, yo soy actriz, es ahora, me quiero dedicar a esto, y me quiero dedicar a esto en Argentina.

—Y fueron apareciendo varias oportunidades, en algunas volviste a compartir con tu mamá y demás, y ahora estás por hacer teatro…

—Sí, increíble. Es una experiencia sublime, porque nos dirige Helena Tritek, es un clásico de Ibsen, cosa que es bastante extraña. Es una obra que es de las primeras que escribió él, no se hizo acá, desde ya, nunca, y en el mundo muy poco. Es una obra como poco conocida, es hermosa, es una tragedia romántica, y la estamos ensayando en el San Martín, y la llevamos a cabo en el teatro Alvear, ahora en la semana del 20 de septiembre.

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