entrevista

Hernán Guerschuny: “Dejó de ser importante la verdad”

El director habla de su nueva película y reflexiona sobre los tiempos que corren en materia de producciones audiovisuales.

Doble discurso, que llegó el jueves a los cines con los protagónicos de Diego Peretti, Rafael Ferro y Julieta Cardinali, está dirigida por Hernán Guerschuny (El crítico, Recreo). El realizador dialogó con Hoy para dar detalles de la propuesta y del actual momento de la producción local.

—¿Cómo es para vos volver al cine después de un paréntesis en el que estuviste más que nada desarrollando proyectos que tenían que ver con series para plataformas y demás?

—La verdad que con mucho placer, te lo tengo que confesar, porque cuando yo inicié el período series de mi vida, lo que me fascinó mucho es, por un lado, la posibilidad de inspeccionar un nuevo formato que yo nunca había visitado, como cuando empecé con Casi feliz. Uno trata de ver las series que a uno le gustan y armar algo propio. Y las series tienen un par de virtudes que yo en ese momento valoré mucho. Por ejemplo, la posibilidad de explorar tramas paralelas, de que los personajes secundarios puedan crecer mucho, muchas cosas que las películas no te permiten. Y por otro lado, que las series están financiadas por corporaciones que te aseguran una financiación, que los que venimos del cine independiente valoramos mucho. Y de manera paradójica, eso te da una independencia creativa muy grande, porque no estás sufriendo por pagarle a la gente, sino por hacer tu trabajo de la mejor manera. Lo que ocurre en la contracara de las series es que son verdaderas maratones, son procesos de trabajo infinitos en los que uno en realidad, como director, es más un administrador del tiempo y un piloto de tormentas, y lo que estás todo el tiempo tratando es de meter el plan de la mejor manera posible, porque se filman muchas escenas por día a dos cámaras, y tenés que mantener durante todo ese periodo tan largo un fuego que te capturó en ese primer momento, y eso es muy difícil en una serie. Entonces, aclaro todo esto porque cuando volvés al universo de las películas recuperás ese primer amor de poder cuidar cada plano, de poder cuidar cada actuación. Una preproducción mucho más cuidada, porque, como es menos, llegás mejor con la elección de las locaciones, llegás mejor con la elección de los actores secundarios, incluso hasta el último bolo, hasta el último extra, tenés tiempo de elegirlo, lo cual en las series no te pasa. Y este proceso arranca desde la misma escritura del guion, que tiene muchas más versiones y trabajo que las mismas series. Y muchas versiones se están reescribiendo incluso durante el rodaje, por cuestiones lógicas que tienen que ver con el diseño de producción hasta el montaje, porque, bueno, al ser de menor metraje, también podés prestarle mucho más cuidado y rigor a cada uno de los momentos de la película.

—Ahora volvemos al cine y seguís ligado con producciones y demás…

—Bueno, desde mi productora con Lucas Jinkis, Zeppelin Studios, tenemos muchos proyectos de series y de películas, y la verdad que va a depender de lo que la industria se vaya moviendo: si conseguimos greenlights o no, de otras series que tenemos hoy en proceso de desarrollo, a punto de salir, que son realmente contenidos muy robustos con los que estamos muy entusiasmados. Pero bueno, estamos en un momento muy particular en la industria y dependemos de eso, a ver si ven la luz o no ven la luz. Pero como productor de series sin duda te diría que esto va a seguir, y como director, si el proyecto me interesa, por supuesto que también.

—Como realizador, ¿como vivís este particular momento en que, por ejemplo, se anuncia el arranque del rodaje de una película como Nahir, inspirada en la asesina Nahir Galarza, y ya es noticia?

—Sí, así como te decía que trabajar con plataformas tenía la gran virtud de tener una financiación más o menos asegurada, también es maravilloso tener un equipo de gente de prensa, de relaciones públicas, de marketing, pensando en un producto que para vos antes era tu propio capricho, digamos; o sea, era tu propio músculo tratando de que te den un poco de atención, y tener todo ese aparato detrás de uno como realizador no hace más que facilitarte las cosas. Así que uno en realidad lo que hace como productor, junto con la plataforma, es elaborar estrategias para el proyecto que se lanza en un environment repleto de contenidos, en el que cada vez hay más contenidos y en el que estamos en esto de la economía de la atención, porque captar un poco de atención del espectador es un verdadero milagro. Esto es de mucha ayuda, digamos. O sea, hay gente que estudió para esto, que entiende cómo se comportan los medios, la prensa, la atención de la gente. Y se habla mucho del tema de los algoritmos y de cómo captar la atención del inspector de los contenidos. Y yo creo que de lo que más nos beneficiamos los que realizamos de toda esa big data que tienen las plataformas es justamente de saber cómo lanzar y cómo tratar de instalar un contenido en este océano de oferta, ¿no? Es interminable y continuo y constante.

—Hablando de algoritmos, la película se va a estrenar en medio de un proceso electoral: ¿cómo se te ocurrió este disparador del clásico Cyrano aggiornado a esta época?

—Primero, una pequeña aclaración de lo primero que empezaste diciendo. La verdad es que es de una casualidad absoluta que esta película se esté lanzando justo en época de elecciones. ¿Viste cómo son los tiempos de una producción? Uno arranca escribiendo, realmente no sabés cuánto tiempo te va a llevar terminar el guion. Y cuándo va a poder conseguir el greenlight, y cuándo vas a hacer una preproducción y el rodaje. Con lo cual, que esto se esté estrenando a una semana de las elecciones es algo realmente que tiene como un milagro. Pero el músculo de la plataforma ayuda a que lo que planees ocurra, porque muchas veces, como productora independiente, decís che, qué bueno sería lanzar una película con tal tema, con tal coyuntura, y la verdad que después todo atenta contra eso, porque la programación de los cines no te lo permite y por otras millones de causas. O sea, dicho eso, no fue algo realmente oportunista, sino que sí aprovechamos la oportunidad una vez que la teníamos lista para estrenarla. En cuanto a tu pregunta, no sé si puedo rastrear el origen primario, de hecho yo creo que este proyecto que primero se llamó “El fuego ajeno”, después se llamó “El gran fabulador” y finalmente ahora se estrena como Doble discurso, es un proyecto que arrancó en charlas con Rafael Ferro sobre temas que no tenían mucho que ver con lo que la película termina narrando, pero sí con las ganas de trabajar con él y de empezar a inspeccionar algunas cosas, por ahí, de un hombre en crisis, de un hombre con cierta crisis de valores. Y cuando yo, a partir de esas primeras charlas, le traigo esta idea de buscar una estructura, yo lo que fui a buscar y considerar fue al Bergerac, como una estructura narrativa muy sólida que los clásicos a veces te dan, y revisitarlos es como un primer esqueleto, como para a partir de ahí empezar a crear tu propia historia, pero son indestructibles. Porque por algo son clásicos y por algo sobreviven en el tiempo, las formas, y fueron reversionados un montón de veces. Porque como dice Mauricio Kartun, los clásicos lo que tienen son esas cenizas de un asado que quedan un poquito prendidas y que al tirarles un poquito de oxígeno vuelven a crecer. Digamos, eso es un clásico, el texto está ahí muerto, pero por alguna razón mantiene esa brasa, que cuando lo empezás a revisitar vuelve a crecer. Y eso me pasó un poco con Cyrano, y me permitía además condensar una idea que me venía atravesando hace un montón, que es esta idea de que vivimos en una época de la posverdad, una época en la que la realidad fue reemplazada por su simulacro, una época en la que nada es lo que parece y la realidad es casi una ficción más sobre otras tantas posibles. Una época en la que dejó de ser importante la verdad, para ser mucho más importantes los discursos sobre esa verdad o los relatos sobre esa verdad.

Cyrano de Bergerac como inspiración

—¿Qué había en Cyrano de Bergerac que te permitía disparar el relato de Doble discurso?

—Es la historia de un tipo que es un virtuoso y que justamente, de lo que se escucha virtud en términos filosóficos, la virtud de él es la palabra y la utilización del discurso; venía muy bien a los tiempos que corren. Yo creo que los operadores políticos y los asesores políticos son verdaderos sofistas modernos, son tipos de quien mejor les pague. Y eso es lo que ocurre hoy en la política. De asesores, yo investigué mucho para esta película, me reuní con muchos asesores políticos, con muchos periodistas de política, gente que estuvo trabajando desde los noventa en este rol. Y bueno, hoy trabajan por una campaña y la campaña siguiente trabajan para la oposición. Son verdaderos especialistas en dar ese servicio al candidato. Desde el punto de vista del ciudadano, del votante y ahora del espectador, eso me parece que es algo a iluminar, a llamar la atención para que nosotros como votantes y como espectadores y ciudadanos estemos todo el tiempo en una actitud muy activa y crítica en relación a eso. Y por eso me motivó a hacer esta película. Me parece que tiene un poco que ver con eso.

—¿Cómo fue elegir a los protagonistas de Doble discurso?

—Te contaba que empezamos hablando con Rafa y yo después me quedé trabajando, y ahí es cuando encuentro la estructura de Cyrano, y dije bueno, hagamos una adaptación de Cyrano, y al nombrar la palabra Cyrano inmediatamente el actor en Argentina para representar Cyrano es uno solo, que es Diego Peretti. En ese momento Rafa y Diego estaban haciendo una obra juntos en la Calle Corrientes, así que media hora antes de que empiece la obra me fui al bar de al lado, nos tomamos una cerveza y hablamos de una historia en la cual hay un asesor político que dejó de trabajar desde el año 2001, pues entró en una crisis de valores después de haber llevado al poder a la gente más nefasta, polémica o con papeles flojos, y que entró en una especie de crisis existencial en la que se dio cuenta de que gracias a él después siguieron los años que siguieron en el país. Y esto es la historia, el background de la historia, pero que hoy se actualiza, porque un candidato inventado por un partido en crisis, como es este deportista de elite, que es el primo de un operador que siempre trabaja en las sombras, que es el personaje de Jorge Suárez, bueno, lo inventan y tratan de aprovechar el amor y el cariño que tiene la gente por él, por ser un tipo que ganó la medalla olímpica en hockey, sin embargo, el tipo no puede dejar de ser quien es, y es un tipo machista, un poco misógino, un poco... y encima tiene la ingenuidad y la ignorancia de no entender cómo son las reglas de juego de este mundo, y se toma un café con un tipo que le dice que es su admirador, y por supuesto hay segundas intenciones, porque el empresario lo que quiere es cooptarlo.

—¿Sentís que es tu trabajo más sólido como director?

—Es difícil contestar eso. Sí creo que uno, como te pasarás por ahí con tus artículos cuando intentás escribir algo, lo que trata de hacer es, para motivarse, para seguir divirtiéndose con su trabajo, tratar de redoblar las apuestas, hacer algo que antes no hiciste, pero por una cuestión... Son procesos tan largos, viste que está bueno meterse en algo complicado. Yo hice mi primera película, El crítico, que era de un personaje, y lo seguíamos a él. Después hice una segunda película que era de una pareja, que era una noche de amor, y ya eran dos puntos de vista. Y Recreo, que era de tres parejas, eran digamos seis puntos de vista, y ahora me metí en esto que ya juega a este juego de “nada es lo que parece”, en el que los puntos de vista cambian todo el tiempo y en el que todo lo que vos pensás no es tal cual como lo venías pensando, que es lo que pasa un poco en la vida que nos acompaña. Entonces, como director sin duda era un gran desafío que sea sólido.

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