Cultura

Horacio González y sus reflexiones sobre el futuro

Las consecuencias culturales, económicas, sociales y políticas que traerá la pandemia.

Horacio González es uno de los intelectuales argentinos más prolíficos y profundos. Es sociólogo, investigador, ensayista, profesor de Teoría Estética, Pensamiento Social Latinoamericano y Pensamiento Político Argentino en varias universidades nacionales, entre ellas las de la ciudad de La Plata y Rosario.

Además es autor de Historia y pasión, La voluntad de pensarlo todo, Kirchnerismo, una controversia cultural; Perón, reflejos de una vida y Retórica y locura, entre muchos otros libros. Desde su mirada, aporta reflexiones para pensar la Argentina que se viene.

Al ser consultado por diario Hoy sobre cómo cree que será la construcción de ese futuro, hizo énfasis en la importancia de un debate colectivo en el que participen las instituciones universitarias y científicas: “Presupongo que estas cuestiones significan, en todos los casos, instancias de discusión colectiva que deberán contar con la participación de distintos impulsos organizativos. Desde luego, grupos de acción diversos tratarán estos y otros temas, pero indudablemente la Universidad, las instituciones científicas estatales o privadas y el conjunto de los núcleos del sistema educativo nacional deben verse involucrados”.

El exdirector de la Biblioteca Nacional, cargo que ejerció entre 2005 y 2015, entiende que esos ámbitos de discusión deberían ser promovidos en y desde el Estado, ocupar el rol de coordinador de los debates.

“El Estado debe estar en todas y en ninguna parte de un evento de estas características, pues es su oportunidad de recrearse y de decir al mismo tiempo que puede influir sobre cualquier tema, siempre que los temas más inesperados influyan sobre él. Es un modo, entre otros, de rehacer la lengua pú­blica estatal, diluyéndola en una vastísima comunidad de hablantes para reconstituirla luego de otro modo, y con su potencialidad acrecentada en la medida que se compone ahora en la potencialidad de lo que antes estaba a la intemperie”, dilucida el autor.

Temas que deben ser debatidos

Se hace necesario observar con detenimiento algunas cuestiones que surgieron durante la experiencia de la gran reclusión. Al respecto, al autor dijo: “La aceptación de discusiones rigurosas por parte de los planificadores estatales del aislamiento se respetó con muy pocas excepciones, pero la expresividad que tuvieron recorrió varias instancias según los sectores sociales donde se protagonizó la experiencia”. Y agregó: “El hecho de cantar en los balcones, el empleo del streaming, el uso de tecnologías celulares de teleconferencias, el ámbito domiciliario, el do­mus, mostró la necesidad de expresarse fuera de sus paredes y con ella, instituía la necesidad de ciudad. La necesidad de ciudad es un reclamo permanente no siempre bien satisfecho. Las ciudades amuralladas feudales han dado paso a megalópolis que son marcas del habitar técnico sobre amplios territorios”.

Al ser consultado sobre la novedad del teletrabajo en pandemia, dijo: “El trabajo a distancia supone grados de sustitución momentánea de las relaciones presenciales por instancias provisorias de reemplazo. Esto de­biera ser motivo de discusión al más alto nivel de la condición humana: el ejercicio vital del trabajo, lo que implica un reconocimiento, tanto de una profesión, de una identidad social como de una remuneración adecuada”. Y agregó: “Es necesario llamar la atención sobre la acción de teletrabajo o de acumulación de datos en una inteligencia central sobre un individuo deconstruido en sus gustos, sus enfermedades, su temperatura corporal o sus desplazamientos, y el artificio robótico que computa todas esas variables que crean sobre un sujeto realmente existente, otros sujetos no solo deconstruidos sino sometidos a un orden que ignora”.

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