Entrevista Exclusiva

Javier Diment: “La represión es la base de la civilización”

Además del estreno, en Comunidad Cinéfila se verán sus propuestas anteriores El sistema GoreVisión, El eslabón podrido y La Feliz.

El apego, protagonizada por Lola Berthet y Jimena Anganuzzi, desembarca en salas y tiene al talentoso realizador Javier Diment tras la cámara.

Hablamos con él para conocer más de su trabajo y de cómo, a partir de la violencia, construye los universos de sus películas, que, en este caso, tiene a la mujer en el centro con las potentes actuaciones de las protagonistas.

—La violencia, en sus muchas formas, es un tema recurrente en tus relatos, ¿por qué?

—El mundo, la vida comunitaria, la vida individual, hasta la vida subatómica imagino, son violentas. La represión es la base de la civilización. Y la violencia lo más reprimido, porque media en todo, todo lo que se reprime (sea impulsos sexuales, voluntad de acumulación, competitividades, etcétera) apela a la violencia como para imponerse por sobre el deseo del otro. Y una de las preguntas que se me pone en juego es qué hacemos con eso que obligatoriamente debemos reprimir, dónde lo metemos. La narrativa es uno de los mayores y mejores depósitos de esos impulsos tremendos que uno debe relegar a través de grandes esfuerzos y con el apoyo de muchos relatos (como los que ofrecen el psicoanálisis y la religión, por ejemplo), para ejercer esa represión y a la vez no implotar. Al margen de sus propios vicios y bardeadas, de su mala prensa, la represión nos hace humanos, nos da una vida comunitaria. Somos frascos a presión, haciendo esfuerzos por no volar en pedazos según los mandatos de nuestro instinto. A veces lo logramos y a veces no, dentro de cada uno hay voces en disputa todo el tiempo, que sí, que se cague todo, al carajo, vamos a por eso, no, pará, es cualquiera, no quiere, ¿no ves que no le va a hacer bien? y qué te importa, pero a nosotros tampoco nos va a hacer bien, nos van a reventar, mejor no, etcétera. Y en lo social, en lo político, también se ve: el liberalismo, las derechas, luchando siempre para que les liberen la posibilidad de no necesitar reprimirse, de ejercer la violencia hacia afuera y no hacia adentro, de regular el afuera según sus deseos y caprichos y evitar a como de lugar que sean la comunidad y los trabajadores quienes los regulen a ellos.

—¿Cómo fue el trabajo con las coguionistas y qué tanto quedó de la idea que acercó Lola para el desarrollo de la propuesta?

—La película sale de las ganas de trabajar juntos entre Lola Berthet, Jimena Anganuzzi y yo. Luego de hablarlo en distintas ocasiones, un día desarrollé dos personajes, uno para cada una, y unos disparadores básicos, y nos reunimos con eso. A partir de ahí empezamos a desarrollar un argumento que contenga a esos personajes, y nos den muchas posibilidades narrativas, dramáticas y de actuación. Vimos películas, discutimos, fantaseamos, nos reímos mucho, boludeamos, probamos para un lado, para otro, y fuimos avanzando. Una vez desarrollada esa línea argumental, me dediqué yo a escribir el guión, y luego, una vez que ganamos un concurso del Incaa y ya supimos que la íbamos a filmar, nos sentamos a profundizarla, leyendo minuciosamente cada línea de diálogo, cada acción, discutiéndolas, buscándoles el asidero profundo a la lógica interna del relato y los personajes. Las ideas que barajamos en ese desarrollo son exactamente lo que quedó en la película, la verdad. Algunas cuestiones sí, claro, se modificaron o excluyeron, pero la esencia del relato está ahí completamente presente.

—¿Cuál de los personajes de El Apego es el que te gusta más y por qué?

—No, imposible elegir uno por sobre los otros, es una constelación, un sistema. Irina tiene la curva conmovedora del romperse, liberarse del peso de la madre, del despertar amoroso; Carla esa mezcla de peligro y fragilidad; Dominga nos da el anclaje naturalista, incluye el afecto dentro de ese mundo tan jodido; Ortiz tiene una distancia y un respeto muy de código callejero, tanguero. La parejita de Perla y Roberto me parecen despreciables y divertidísimos. Todos me encantan.

—¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto?

—Con mi socia, Vanesa Pagani, estamos produciendo dos proyectos buenísimos: El miembro fantasma, de Macarena García Lenzi (genial co-directora de Piedra, papel y tijera), y Bravo, ópera prima de Bonzo Villegas, un santiagueño monstruo. Y mientras desarrollando un guión inspirado en hechos reales con Patán Ragendorfer, muy divertido, y tomando notas para otras cosas. En movimiento, digamos.

Noticias Relacionadas